¿Qué es España?
La parte izquierda de la bancada política revisa la historia con impericia. Han eliminado los grises de la ecuación y lo han reducido todo a buenos y malos, cuando la vida es mucho más compleja
En genocidios, en cunetas abarrotadas de demócratas como García Lorca... En tardes y tardes de torturas a animales...». Este es el mensaje que dejaron en ... una de mis redes sociales tras hacer una entrevista en este mismo periódico a un escritor cuya novela trata sobre la reconquista española. Querían responder al titular, que decía: «La historia de España es una de las mejores historias del mundo, hay pocas tan ricas».
Al principio, no le presté mayor atención. Una opinión como cualquier otra, pero hoy, al releerla, no he podido evitar pensar en cómo se tiende al reduccionismo más absurdo. ¿De verdad España es solo eso? Todos estamos de acuerdo en que, como prácticamente en cualquier país del mundo, incluso en aquellos que consideramos más avanzados que el nuestro, se dieron este tipo de hechos o similares, es innegable, mas la historia de un país no es solo eso.
No obstante, desde hace algunos abriles, un reduccionismo que viene acompañado de un revisionismo histórico que, francamente, me resulta inmoral, se ha apoderado del mundo moderno. Analizar la historia es conveniente -no hacerlo sería un error, debemos aprender de lo ocurrido en el pasado-, pero juzgarla solo con los ojos del presente es una falacia. No me gusta utilizar esta palabra porque se ha esgrimido tanto y tan a la ligera en los últimos años que casi ha perdido su significado real, pero es la que aquí corresponde. Es una falacia y también tramposo, y creo que, en este caso, el pecador principal y quien ha iniciado esta desacertada acción es la parte izquierda de la bancada política que juega, reduce y revisa la historia con impericia. Su visión histórica del país es dicotómica y básica en exceso. Han eliminado los grises de la ecuación y lo han reducido todo a buenos o malos, cuando la vida es mucho más compleja y está repleta, saturada en realidad, de grises. Pero, ojo, que el otro lado, la derecha, al ver que tal actitud proporciona votos, no se ha quedado atrás.
Así, tenemos a la ultraderecha queriendo iniciar una nueva reconquista, como en el 711, y a la ultraizquierda tirando estatuas de antiguos conquistadores; y tenemos a la derecha y a la izquierda más tradicionales en una continua batalla en la que usan determinados muertos según les convenga en las encuestas. Y todos, todos sin excepción, hablan de Lorca sin, en muchos casos, haber siquiera leído una sola línea suya más allá de las típicas colgadas en internet. Esto genera no solo crispación social, sino una percepción alterada de la realidad que reduce el país, sus gentes y sus logros a buenos o malos según interese, y fomenta, en un tiempo en el que la desinformación es más rápida que la verdad, el surgimiento de auténticos talibanes al respecto. Genuinos bomberos de 'Fahrenheit 451' (novela de Ray Bradbury) dispuestos a quemar libros, prohibir películas y series, también canciones, vetar artistas, etc. sin colocarlo en su contexto social justo ni reflexionar realmente sobre ello. Estamos a un paso de poner en marcha el afamado Ministerio de la Verdad de Orwell -ya saben, ese autor británico creador de '1984' del que, al igual que Lorca, todo el mundo habla, pero que la mayoría no ha leído-, que falsea la historia si es necesario para mostrar una versión aprobada.
Y vuelvo a preguntar: ¿de verdad España es solo eso? No. España son ustedes y yo. España es sus creadores (en todas sus artes como pintura, literatura, cine, etc.), sus científicos e investigadores, sus trabajadores. Es su gente. Toda. Lo que no es, desde luego, es lo que la clase política cortoplacista, dedicada a crear problemas en lugar de dar soluciones a los que ya tenemos, que no son pocos, dice que es.
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