Un menú del día finde
PLAZA MAYOR ·
Hombre, si quien te convida a cenar para que pagues tú se conforma con que el gasto sea de 15 euros (lo que puede costar ... un menú del día finde, con gaseosa y vino peleón) parece excesivo quejarse por la cuantía del desembolso, equivalente a la última subida mensual del salario mínimo interprofesional (SMI), operación que ha inspirado la imagen gastronómica (el Estado invita, pero paga el empresario, viene a decir) utilizada ayer en estas páginas por el gran jefe de la organización patronal española, para describir el reciente alza en la remuneración que perciben los alistados en la última fila del elenco de asalariados, gente adicta al vicio universal de comer tres veces al día.
El presidente de la CEOE sabe de sobra qué puede hacer una familia con los 965 euros mensuales en que queda el SMI con el aumento aplicado. Tampoco desconoce, como empresario, que los trabajadores son imprescindibles, que sin trabajadores no hay empresas, ni grandes ni medianas ni pequeñas, y si no hay empresas no hay empresarios (salvo los autónomos). Se trata de obviedades que, no obstante conviene tener siempre presentes para evitar la deformación interesada del marco que encuadra la realidad.
Huelga subrayar la importancia del papel de los empresarios en todos los aspectos de la actividad económica, no solo en los grandes asuntos, también más a ras de tierra, en cuestiones domésticas, en las que deben pesar su opinión y sus intereses sectoriales, a veces planteados, sin embargo, en evidente desproporción con su representatividad o apoyados en datos que no se compadecen con la realidad. En Gijón es el caso del presidente de la Cámara de Comercio, reticente ayer, en EL COMERCIO, ante los cambios en la ordenación del tráfico en el Muro, los actuales y los venideros, que considera una amenaza para los accesos a la Feria de Muestras (a cuyo recinto suele referirse, dicho sea de paso, como si se tratara de una propiedad de la corporación de su presidencia, que en realidad no pasa de copropietaria y arrendataria). Llega a decir que son causa de atascos en la calle de Uría, afirmación que revela un sorprendente desconocimiento de lo cotidiano, porque los embotellamientos en esa vía urbana, con siete pasos para peatones no regulados con semáforos, vienen de antiguo.
También Otea, la principal patronal -o la más locuaz- de hostelería, mete baza en el asunto del Muro, como lo hace de manera insistente acerca de la ocupación de la vía pública con terrazas, hasta el otro día gratuitas en parte so pretexto de ayuda al gremio ante los perjuicios derivados de la pandemia de la covid-19. La Cámara de Comercio y Otea, que en la práctica actúan con éxito como dos grupos de presión a escala local, defienden los intereses de sus afiliados, que no son todos los comerciantes ni todos los hosteleros, pero debería ser ocioso recordar que ante esa acción legítima deben prevalecer los intereses generales de Gijón, que solo el Ayuntamiento representa.
La astenia política que afecta a la gobernación municipal deja un vacío que ocupa el corporativismo empresarial, de evidentes afinidades con las posiciones de la inane oposición ejerciente en el concejo, una situación que se complementa con la llamativa ausencia de los sindicatos como portavoces de los trabajadores. Pero el glayar, o hacer mucho ruido, no pueden ser sucedáneo de lo que dictan las urnas. He ahí el ancho campo que se le abre a la oposición corporativa para convencer al pueblo soberano de la excelencia de sus propuestas.
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