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La multitud sigue al primer peregrino en Oviedo
Cientos de personas llenan la plaza de la Catedral para asistir a la recreación del anuncio del hallazgo de los restos del Apóstol a Alfonso II
Se había escondido el sol en Oviedo cuando el rey Alfonso II, 'el Casto', llegó a la plaza de la Catedral para saludar a sus súbditos y darles la buena nueva de que en Compostela habían aparecido los restos de, según el obispo Gelmirez, de Santiago el Mayor, el Apóstol Santiago. No sólo daba la buena nueva, Alfonso también explicaba a los presentes en la plaza de la Catedral su intención de ir a Compostela a confirmar el hallazgo, actuando el propio rey como notario y, además, transformándose en el primer peregrino a Santiago de Compostela. Un primer peregrino que con el paso de 1025 años desde la fecha del anuncio se ha transformado en un mito del Camino de Santiago y el propio fundador del Camino Primitivo que une Oviedo con Compostela y que, cada año que pasa aún más, es uno de los grandes referentes del turismo en la ciudad.
En síntesis, esto es lo que ocurrió este sábado en la plaza de la Catedral cuando ya había caído la noche. La recreación del nacimiento del primer peregrino con la actuación de un importante elenco de actores que desarrollaron una obra en un acto en el que contaron a una abarrotada plaza de la Catedral los desvelos, dimes y diretes del proceso, desde que llega el emisario del obispo Gelmírez hasta que el propio rey –interpretado por el actor Ramón Langa– anuncia su viaje a Compostela. De hecho, este domingo por la mañana el mismo grupo de actores recrearán la partida del Rey en la propia plaza de la Catedral y por las calles del casco histórico ovetense camino de Santiago.
Antes de que todo eso ocurriera y de que la ciudad se echara a la calle para seguir las andanzas del Rey Casto, la plaza de la Catedral fue durante toda la jornada un hervidero de actividades organizadas por la Concejalía de Turismo, para celebrar el aniversario del viaje de Alfonso II.
Juegos infantiles de época, actuaciones musicales y talleres y actividades propias de su tiempo, el 820 d. C. Entre esas actividades destacaron los cursos de esgrima de época, organizados por la Escuela Asturiana de Esgrima Antigua, con su presidente, Pelayo Mejido, a la cabeza. «La esgrima antigua se debe entender más como un arte marcial que como un deporte. Una forma de conocer cómo se luchaba de verdad en aquella época».
Espadas acolchadas
En los cursos se enseña a pequeños y mayores –los niños con espadas acolchadas– cómo manejar la espada de los tiempos de Alfonso II, «muy parecida a la romana», con un peso de un kilogramo más o menos. Un peso que no parece mucho, pero cuando se blande la espada durante un rato, el acero acaba con las reservas de fuerza del alumno más aventajado.
Además, los presentes tuvieron la oportunidad de probarse la indumentaria que un soldado llevaba a la guerra allá por el siglo IX. Una equipación que constaba de casco, en el caso de ser caballero, una cota de malla de acero, la espada mencionada y un escudo para repeler los empellones del adversario.