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D. LUMBRERAS
OVIEDO.
Martes, 2 de enero 2018, 00:55
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Para pagar la ampliación que esperaba desde 1959 y que comenzó el pasado agosto con un presupuesto de 506.000 euros, la iglesia de la Tenderina necesita fondos. Y es por ello que su párroco, Alberto Reigada, anima a los feligreses del barrio a hacerse socios con una cuota mensual de diez euros: «La parroquia es de todos y ahora nos toca arrimar el hombro».
El sacerdote se pone como objetivo «alcanzar los 300 socios» permanentes, a los que se ofrecerían los servicios religiosos (bodas, funerales...) gratuitos. Además, se va a vender lotería, organizar rastrillos y destinar el dinero de la colecta de los segundos domingos del mes.
Los socios que aporten una cuota más alta tendrán derecho a un espacio en el columbario, la gran novedad de la ampliación. Ya se han reservado «casi 150, la mitad. No sabemos aún cuál va a ser el precio, pero quiero que sea lo más económico posible para hacerlo más accesible», explica Reigada. Estaba previsto erigirlo en una nueva planta sótano, pero «hemos tenido que cambiarlo de sitio al aparecer un manantial, toda la zona estaba muy húmeda». El sacerdote cuenta ya con «casi un tercio» de lo que cuesta la obra gracias a los ahorros de la parroquia y los donativos que le fueron dando los fieles sin habérselo pedido. Han solicitado un crédito a 15 años que avala el Arzobispado.
El objetivo de la reforma, firmada por el conocido arquitecto Alfonso Toribio, es dar más espacio -la capacidad aumentará en un tercio- a una iglesia ya antigua, que en origen era un salón de actos, con un área de influencia de 14.000 personas. Se crearán una sacristía, un despacho para Cáritas y una torre con ascensor para hacerla accesible. El columbario se situará en la ubicación del actual coro.
Las obras, con un plazo de ejecución de cinco meses, marchan viento en popa. Ha finalizado ya la consolidación de los cimientos y ahora toca «elevar los muros, la parte menos vistosa».
Estos días los parroquianos están distribuyendo folletos por los comercios y casas del barrio. «Vamos a repartir polípticos, con 'p'. Cuando lo dije me respondieron los vecinos que nadie quiere llevarse un político a casa», bromeó el cura.
La historia de esta ampliación es azarosa. No se pudo hacer en 1983, el primer intento, ni tampoco en 2006 debido a que el estallido de la crisis económica hizo impagable el proyecto presentado por el arquitecto Felipe Díaz-Miranda.
Ya en tiempos más recientes, en 2015, la parroquia relanzó el proyecto, pero se encontró con la falta de apoyo del Economato diocesano. El nuevo titular del departamento, Antonio Nistal, sí dio su plácet a los planos de Toribio y la ampliación revivió. Pero aún faltaba un aspecto fundamental: la licencia municipal. Ya en marzo este diario adelantó que Reigada la esperaba para comenzar los trabajos, pero no llegó hasta el 6 de julio. Aún pasó casi todo el mes hasta que arrancó la obra.
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