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La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide. Efe
Premios Princesa de Asturias 2025

Graciela Iturbide o la cámara como pretexto para conocer el mundo

La Princesa de las Artes siente el color como una mentira, gusta del ritual de lo analógico y trabaja dejándose llevar: «Yo no busco, encuentro»

M. F. Antuña

Gijón

Domingo, 25 de mayo 2025, 00:00

Si bien no fue la imagen su vocación primera, sí lo fue la de contar, contar el mundo, contar historias, contar a las gentes, a la vida y la muerte. Y decidió narrar con imágenes en lugar de palabras, prescindiendo del color, poniendo el blanco y negro al servicio de su arte.

Aquí se asoma ya un primer porqué de la obra de la flamante Princesa de Asturias de las Artes: «En blanco y negro es como yo veo mi mundo, mi propia abstracción de la imagen. Octavio Paz, el gran poeta mexicano, le dijo a Álvarez Bravo, «la vida es en blanco y negro». Fotografío así porque así me acostumbré, y así seguí, y así me gusta. En general, las fotos de color las siento como de mentira, fíjate qué raro», ha dicho Graciela Iturbide.

Es ducha a la hora de ponerle palabras a las imágenes. Es poética en la forma de expresar ese arte suyo que nace siempre de la curiosidad y de la sorpresa, también de la intuición y la complicidad, de la cercanía. Cuando hizo una de sus series más célebres, la dedicada a las mujeres de Juchitán, en el estado de Oaxaca, pasó seis años yendo y viniendo. Así extrae una verdad que es solo la suya, porque cada mirada habrá de encontrar en las fotografías algo diferente, su propia forma de ver y sentir, cada ojo se deja conmover de maneras dispares.

¿Pero por qué hacer fotos?¿Por qué decidió la fotógrafa mexicana asir una cámara y disparar? «Yo hago fotos, y yo interpreto la realidad. La cámara para mí es un pretexto para conocer el mundo y las personas. Y luego, la gente que ve mis fotos va a interpretarlas a su manera, y no me importa. Que cada quien interprete lo que quiera de acuerdo a su cultura, sus conocimientos, su ignorancia, su espontaneidad. Eso es lo que más me gusta».

Disciplina y pasión

La pasión y la disciplina son, a su juicio, las claves de su oficio, que le ha permitido conocer a personajes históricos como Cartier-Bresson, de quien se hizo amiga en París y de quien también tomó notas para continuar creciendo en la fotografía, a la que se asomó de la mano de su maestro Álvarez Bravo. Con él dio el giro de guion que la hizo dejar el cine para retratar la belleza en imágenes fijas pero no exentas de movimiento. Mirándole a él trabajar aprendió a mirar. Y con el tiempo y los disparos concluyó que es anárquica en su manera de ser y estar, que su arte no se planifica, sino que surge. Otro porqué fundamental que la revela como creadora: «Siempre llevo mi cámara, y lo que me mueve para hacer fotografías es la sorpresa, nunca pienso un guion de lo que voy a fotografiar. Lo que me encuentro y lo que tiene que ver con lo que yo sé de algún autor o con mi propia vida. Son la sorpresa y la imaginación lo que me hace apretar el gatillo».

Su vocación primigenia fue ser escritora, de modo que la literatura la acompaña siempre, es una guía con la que ir revelando sus territorios vitales que en su caso son igualmente visuales, sociales, pero también oníricos y simbólicos. De la mano van para quien trabaja en analógico, revela sus propias fotografías y disfruta de ese proceso. Porque una buena fotografía no es solo el fruto de un disparo atinado, de un solo instante. Hay más. «Cartier-Bresson decía que hay un momento decisivo: el momento de tomar la foto. Creo que no, que hay dos. Uno es el de tomar la foto y segundo, cómo eliges tu foto entre tus contactos. Porque a veces pasa el tiempo y reviso mis negativos y me doy cuenta de que se me fueron algunas, o de que había otras fotos que tenían más que ver». Le gusta ese ritual, también el de introducir un rollo en la cámara fotográfica. No renuncia a nada de de eso. Cuando cumplió los 80 años confesó en una entrevista que jamás había captado una fotografía digital, ni siquiera con el teléfono móvil. «Me encanta revisar mis negativos, ponerlos en sobres, formaditos para que vayan saliendo. Son muchos, no sé exactamente cuántos».

Suele decir que un fotógrafo va viviendo su vida con sus imágenes y encuentra la inspiración en cualquier lugar, en cualquier momento: «Como decía Picasso, yo no busco, encuentro».

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