Eduardo Mendoza: «La literatura española goza de buena salud, hay variedad de géneros y muchas voces nuevas, sobre todo mujeres»
«El Premio Princesa tiene un alto nivel y es al mismo tiempo simpático porque es una fiesta alrededor del libro, de la cultura y de todas las disciplinas que se distinguen»
Con humor inició Eduardo Mendoza su encuentro con la prensa en el Hotel de la Reconquista. «Yo creo que no hacen falta fotos porque me he hecho selfies con todo Oviedo», arrancó el escritor barcelonés, que estos días recuerda que tiene ancestros en esta Asturias, unos abuelos que murieron jóvenes y él ni siquiera llegó a conocer. «Si me hacen prueba de ADN alguna cosa asturiana saldrá», dijo y no dejó de agradecer la calurosísima acogida que esta teniendo para recoger su Princesa de las Letras, que tiene algo que le hace muy especial: «Todos los premios son estupendos, pero este es particularmente bueno porque es de muy alto nivel, sobre todo porque ha recaído en personalidades importantísimas en todos los campos y es muy popular y muy simpático, cosa que otros no son, el Nobel es muy importante pero no es simpático, y este junta las dos cosas, porque es una fiesta alrededor del libro, de la cultura y de todas las disciplinas que se premian».
El galardón se lo ha ganado llevando el humor a la alta literatura. Ese que derrocha su obra y que el reivindicó mirando atrás, a la novela española que nace con la picaresca del Lazarillo y el Quijote, que es tremendamente popular, pero que acaba por perder enjundia y lugar. En el siglo XIX con el realismo la novela se hace dramática, demasiado seria y tiempo después llega él. «En España sigue habiendo literatura de humor, pero sobre de teatro de comedia, pero la novela no recupera nunca el protagonismo que tuvo, yo ocupo este espacio y me encuentro como dueño de la casa porque no hay competencia», relata con gracia. Las cosas han cambiado desde que se estrenó negro sobre blanco a hoy con 'La verdad sobre el caso Savolta' hace cincuenta años: «Ahora sí que hay escritores de humor, no con humor, con una propuesta claramente humorística.»
La novela española no ha muerto, por mucho que él lo proclamara en una ocasión en un polémico artículo, sino que está muy viva. El diagnóstico actual es que «el paciente goza de excelente salud, porque realmente hay variedad de géneros y muchas voces nuevas, especialmente mujeres».
Es consciente Eduardo Mendoza de que los tiempos han cambiado y que los chistes que antes tenían acogida y carcajada hoy ya no. Eso hace que la manera de escribir cambie sin haberlo decidido: «Seguramente tengo un censor inconsciente escondido que me va diciendo ten cuidado, hay que ser un insensato para no saber que estas cosas cuentan, no me preocupa una posible censura porque no creo que llegara a darse, no está en mi manera de escribir la agresividad, pero sí soy consciente de que puedo ofender involuntariamente», afirma. De todas formas, tiene claro que el lector sabe leer perfectamente y no necesita quien le cuide: «Los lectores son más sabios de los que algunos piensa y entienden muy bien dónde está el juego», concluye.
Es muy exigente como lector Mendoza y no niega que algunos libros «acaban donde no deberían acabar porque me parece que no guardan las formas». Una cosa es que la literatura genere carcajadas y otra cosa que no deba ser tomada muy pero que muy en serio. «Este es un oficio serio, los que cultivamos el humor tenemos que hacerlo en serio, yo siempre estoy peleándome con los centros de enseñanza y los maestros porque creo que no dan a la literatura la relevancia que le deberían dar y caen en la tentación de decir 'lee esto que es divertido', cosa que nunca dicen a la hora de estudiar matemáticas, la literatura tendría que enseñarse igual, hay humor, diversión, intriga, pero es algo que forma parte de nuestra cultura», concluye el escritor barcelonés.
Lo suyo. Y piensa que lo de cualquier otro de sus colegas, es una una mezcla de talento y trabajo. Se dice, recurriendo al símil futbolístico, en tiempo de descuento y casi en los penaltis. «El oficio y el esfuerzo van ganando terreno cuando uno ya ha exprimido la fantasía desbordada, pero si un día notase que ya no tengo cosas que contar y que solo queda el oficio, creo que podría escribir una novela solo con eso, pero sin ganas quiero pensar que no lo haría». Así espera llegar al final del partido.