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Las montañeras Ana, Luna, Almudena, Mónica y María, y la imagen del pico la Muezaca, en el Parque Natural de Redes.
Montaña con nombre de mujer
DÍA DE LA MUJER

Montaña con nombre de mujer

Cinco montañeras cuentan su experiencia y demuestran, con su ejemplo y profesión, que la montaña no es sólo cosa de hombres

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Martes, 8 de marzo 2022, 11:46

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Aún existe, por ahí –estigmatizada y equivocada- la idea de que el montañismo es un mundo de hombres. Por ende, la historia de la conquista montañera y las grandes gestas recordadas como paradigmas en este campo se han contado, perpetua y generalmente -con muy pocas excepciones- en clave masculina. Sin embargo, conviene recordar que en la primera ascensión al Mont Blanc, en los mismísimos nacimientos del alpinismo moderno y hace nada menos que 280 años, había dos mujeres en la cordada: Jane y Elizabeth Parminter, dos hermanas que, accediendo a posibilidades sólo reservadas a las hombres, dieron un salto enorme, alzándose sobre los 4800m de la Montaña Blanca y abriendo un camino inexistente hasta entonces por el que otras muchas, sin descanso hasta nuestros días, siguieron transitando.

Desde entonces, fueron muchas, aguerridas y apasionadas, las que se echaron a las altas crestas, a la naturaleza pura, al coraje de ascender cada vez más alto, a la fuerza de voluntad que requieren ciertos senderos… Marie Paradise, Henriette de Angeville, Lucy Walker, Annie Smith, Fanny Bullock, Miriam O´Brian, Daisy Voog, Junko Tabei, Molly Higgins… una larga lista de nombres de mujeres alpinistas y de montaña que, desde el s.XVIII, culmina en nuestros días con nombres como el de Edurne Pasaban, Rosa Fernández, Silvia Vidal o Miriam Marco.

Hay muchas 'mujeres montaña'. Todas ellas enfrentándose, día a día, a los mismos estigmas y corsés culturales que sufrieron las primeras, hace casi 300 años. Pero también, todas ellas, como aquellas, peleonas, luchadoras y valientes, tenaces y enamoradas de la montaña, continúan haciendo sendero, sin descanso, para dejar bien escrito en la historia futura que el valor y la pasión por el montañismo jamás ha tenido género.

Almudena Suárez saltando sobre la nieve con sus raquetas
Almudena Suárez saltando sobre la nieve con sus raquetas

Ana, Luna, Almudena, Mónica y María

A pesar de todo, que actualmente la montaña sigue siendo un territorio mayoritariamente masculino es algo innegable. Sin embargo, entre tanta testosterona, hay un pequeño enjambre de féminas, cargado de estrógenos y progesterona, que tiene muy claro su camino: y todos los días salen a recorrerlo, dejando huellas y marcas para que otras, tras ellas, puedan seguir su estela.

Es el caso de Luna, Ana, Almudena, María y Mónica, cinco mujeres de la montaña que –despacito, con buen pie, sin tirar piedras y sin lanzar polvareda- recorren cada día este camino, atravesando, guiando, enseñando, dirigiendo y expandiendo esencia femenina por las montañas.

Ellas quizás, como tantas otras mujeres, no hayan batido récords, no han protagonizado portadas, no han gritado de alegría, aún nunca, desde la cima del Everest, y no han tenido que sufrir amputaciones a causa de la congelación, pero son cinco ejemplos perfectos de mujeres labrando futuros de equidad en territorios muy masculinos, peleando duro, sin renunciar a su idiosincrasia femenina, para ganar el terreno que, por derecho, les corresponde.

Ana González

Ana González durante una actividad montañera en Gredos
Ana González durante una actividad montañera en Gredos

«En la montaña, como en todo, no hay limitaciones: el trabajo bien hecho es lo único que cuenta. Y, con pasión verdadera, puedes llegar tan lejos como te propongas. Hay que atreverse, nunca limitarse» afirma tajante Ana González, guía de media montaña y única y primera mujer en formar parte de la Junta Directiva de la AEGM. «Yo era velocista, pero con 18 años me fui a trabajar a un refugio y me enamoré de las montañas. Desde entonces, hice de este mundo mi profesión y he podido comprobar de primera mano cómo se van rompiendo barreras. Y esto es, ya, generacionalmente imparable: cada vez somos más y cada vez hay más mujeres jóvenes con una calidad alpinista excepcional. En poco tiempo, no seremos minoría porque los roles en los que aún nos educaron a nosotras habrán desaparecido del todo. Y entonces, la mujer en la montaña no será vista como una minoría o extrañeza».

Ana González
Ana González

Con respecto al machismo o la discriminación, Ana González también lo tiene muy claro: «Discriminación y ofensa, como tal, jamás he sentido. Puede que algún prejuicio inicial por parte de compañeros de gremio, o actitudes proteccionistas fuera de contexto, pero jamás rechazo o aislamiento. Es más, puedo decir que mucha gente me ha dicho aquello de «Se nota que eres mujer» pero en un sentido positivo, alabando el toque femenino como un toque de calidad».

Por eso, para poner en valor ese toque de calidad y para encontrarse con todas las que, como ella, son profesionales de las montañas, desde que Ana forma parte de la junta directiva de la Asociación Española de Guías de Montaña se preocupa por organizar encuentros periódicos de mujeres, en todas las comunidades autónomas, en los que la formación y perfeccionamiento en técnicas de montaña se dan la mano con la sororidad y el compartir experiencias, dificultades e ideas para seguir avanzando y crear una pequeña red de sinergias y apoyo femenino.

Almudena Suárez

Almudena Suárez
Almudena Suárez

En la misma línea que Ana se manifiesta Almudena Suárez, guía de media montaña desde hace 12 años y, actualmente, propietaria de una empresa de actividades de naturaleza en la que, desde 2013, trabaja diariamente guiando a personas por el monte: «Por experiencia puedo decirte que los clientes agradecen siempre que su guía sea mujer, y suelen resaltar el toque femenino como algo positivo, en el sentido de que somos mucho más sensibles y adaptamos mucho mejor la actividad que cuando el guía es hombre» comenta. «Sí que es verdad que –como en otras profesiones- parece que las mujeres tenemos que demostrar el triple, y más en este sector tan de «súper hombres» … Luego, habría que abrir muchos melones: el tema de la conciliación, que siempre parece afectarnos más a nosotras, los hábitos educacionales y culturales tan diferentes que nos han inculcado, que también marcan, e incluso el elevado intrusismo profesional que existe en la profesión de guía de media montaña. Todo ello son lastres que vamos añadiendo a la mochila, ya pesada, de cada día. Pero, al final, la satisfacción de dedicarte a tu pasión y del trabajo bien hecho te quita todos los dolores», señala con una sonrisa.

Mónica Valdés

Mónica Valdés
Mónica Valdés

Como Almudena, Mónica Valdés también es guía de media montaña y también trabaja guiando actividades de naturaleza, así como cooperando activamente con la sección asturiana de NTO y el misionero Angel Olarán en la región de Tigray. Ella lo tiene claro: prefiere grupos pequeños, en los que trasmitir el amor y las enseñanzas montañeras de forma más cercana, y moverse por zonas más asequibles optando siempre por una perspectiva educativa. «Se trata de abrir nuevos caminos. No todas podemos o queremos estar en niveles altísimos, demostrando constantemente. En los praos de los valles y en los collaos también hay mucha labor de guía que hacer: a mí me resulta apasionante trabajar con niños, enseñarles seguridad, cuidado del medio ambiente, solidaridad y paisaje. Además, trabajando así, en grupos reducidos, con familias y con peques, se derriban muchas barreras educacionales y roles de género rancios que aún sobreviven y tenemos que desaparecer. Es importante que sigamos adelante, cada una en su senda pero todas en el mismo camino, para reivindicar el carácter femenino y el lugar de la mujer en la montaña. Hay mucho trabajo que hacer en la montaña y mucho sitio para las mujeres en ella: la profesionalidad y la pasión por nuestro trabajo son las claves para conquistarlo» alega Mónica con contundencia.

Luna Adrados

Luna Adrados, con su pizarra, durante una ruta de geoturismo de las que organiza
Luna Adrados, con su pizarra, durante una ruta de geoturismo de las que organiza

A Luna Adrados lo que le cautivó de las montañas no fue sólo la altura o la actividad deportiva: ella soñó con desentrañar la historia escrita secretamente en las piedras que conforman los montes. Por eso estudió Geología, para aprender a leer esas piedras. Luego, se sacó los títulos de guía turística y guía de media montaña y, con todo ese bagaje cargado en el petate, montó una empresa de turismo geológico (pionera en Asturias en el geoturismo) con la que trabaja activamente ofreciendo rutas de senderismo para aprender a interpretar el paisaje: «Me muevo por toda la Cordillera, mucho por zonas de costa pero también por zonas de media montaña, enseñando a la gente a leer el paisaje. De hecho, más que cuerda y mosquetones, lo que siempre llevo conmigo es una pequeña pizarra: dibujar en ella ayuda a que las personas comprendan el paisaje que transitamos y, como lleva 11 años conmigo, estoy muy orgullosa de ella», afirma sonriente, recalcando que aunque a nivel cultural las mujeres lleven grabados a fuego muchos estigmas negativos, también han demostrado ser fuertes y luchadoras, callando muchas bocas a base de buen trabajo.

Luna Adrados en el mirador de Piedrahita con el macizo central de los Picos de Europa al fondo
Luna Adrados en el mirador de Piedrahita con el macizo central de los Picos de Europa al fondo

«Personalmente, no me siento identificada con los discursos de discriminación. He peleado mucho para conseguir lo que quería y nunca me he sentido de menos por ser mujer. Todo lo contrario, siempre me he sentido muy arropada en el mundo de la montaña, he observado cómo la psicología femenina se agradece mucho a la hora de guiar y creo que, si demuestras pasión y perseverancia, los patrones culturales quedan olvidados en pos del buen trabajo» señala convencida Luna, orgullosa de haber sabido abrirse su propio camino.

María García

María García de ruta en raquetas de nieve
María García de ruta en raquetas de nieve

Muy de acuerdo con ella se muestra María García, guía de media montaña y también propietaria de una empresa que ofrece actividades físico deportivas en el medio natural: «Para mí, ser guía no es ser un GPS con patas con el fin de llegar a una cumbre, sino una profesión que también implica encontrar los intereses del guiado, darle valor a su tiempo, conversación, observar y percibir con todos los sentidos, reconectar con la naturaleza… Yo tengo la suerte de poder vivir de la montaña y la naturaleza todo el año, e incluso nuestra empresa es generadora de empleo… pero llegar hasta aquí no fue sencillo e implicó una apuesta muy grande, tanto en tiempo como en oportunidades. Sí es cierto que la profesión de guía se vincula más con lo masculino, y que por ser mujeres hemos tenido que aguantar muchos checks clásicos del machismo cultural, pero los hemos atajado a base de tener las cosas claras, poner límites y saber responder adecuadamente. En esta profesión, como en todas, tu futuro lo escribes tú: y ahí es dónde te haces consciente de los sacrificios pero también de las ventajas».

Mónica Valdés durante una travesia invernal por altas cumbres
Mónica Valdés durante una travesia invernal por altas cumbres

Ellas, las cinco protagonistas de este pequeño homenaje, son sólo un pequeño porcentaje del poderoso enjambre de féminas que, cada día, desde hace 300 años, conquistan las montañas, ganando ventajas y sitio a base de sacrificio y pasión. Caminando, día a día, en terrenos aún muy masculinos, para seguir marcando y remarcando la larga senda de las mujeres en la montaña.

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