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El vicario parroquial Germán Padín, durante la eucaristía de ayer en la parroquia gijonesa del Corazón de María, acompañado en el altar por Margarita González. CAROLINA SANTOS

Ministras laicas de la eucaristía

La decisión del Papa de oficializar la presencia de las mujeres en el altar reabre el debate sobre su ordenación sacerdotal

AZAHARA VILLACORTA

GIJÓN.

Miércoles, 13 de enero 2021, 02:26

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«Pero... ¿y esto, a estas alturas? Cuando lo leí en el periódico, me eché las manos a la cabeza y pensé: '¡A buenas horas!'. Porque la verdad es que no es nada nuevo: yo ya llevo haciéndolo muchísimos años». Así de sorprendida recibió ayer Marta Elena Castañón, 'Marel', la noticia de que el papa Francisco acaba de publicar un 'motu proprio' que oficializa que las mujeres puedan desarrollar los ministerios del lectorado y el acolitado. O lo que es lo mismo: institucionaliza la lectura de la Palabra de Dios durante las celebraciones litúrgicas por las feligresas, así como su servicio en el altar para ayudar al sacerdote incluso en la distribución de la comunión.

Se convierte así en ley una práctica ya autorizada por los obispos en algunas diócesis desde hace tiempo y «muy común en bastantes parroquias asturianas», como explica esta laica que auxilia al párroco de Moreda en el altar desde hace más de tres décadas. «Y, de hecho, tengo una autorización firmada en su día por don Gabino (Díaz Merchán)», cuenta 'Marel', que empezó leyendo en misa. «Y, ya después, sustituí a la hora de dar la comunión a otra mujer que era la encargada de administrarla antes que yo. Así que fíjate cuánto se lleva haciendo y lo normalizado que está».

Ahora bien, tanto Castañón como otra laica con la que comparte las tareas de 'monaguilla', María José Lobo, tienen muy claro que su papel es el de «ayudar al párroco (o, en su caso, al diácono) en momentos como la comunión, porque los domingos hay bastante gente en misa y así todo se agiliza. Pero al sacerdote nunca lo sustituimos».

Es más: ni ellas ni el propio párroco de Moreda, Celestino 'Tino' Riesgo, quien también está al frente del Arciprestazgo del Caudal, ven «necesario» abrir la puerta a la ordenación sacerdotal de las mujeres ni creen que el paso dado por el Pontífice sea un avance hacia esa demanda de algunos sectores eclesiales.

«La Iglesia no cierra la puerta a nadie, pero cada uno tiene una misión. Y, además, todo tiene un origen bíblico. El Señor escogió a varones y el sacerdote, en el momento de la misa, es como si fuera otro Cristo», defiende Riesgo. Una opinión que no comparte, sin embargo, Juan Lozano, titular de la gijonesa parroquia del Corazón de María, donde sus cuatro ayudantes mujeres visten incluso una capa blanca, «distintivo de que son ministros de la eucaristía». Para el también arcipreste de Gijón, «este es un avance importante hacia la ordenación de las mujeres. Creo que el Papa no da más pasos porque no puede. Tiene que ir despacio porque, si llegase hasta donde quiere llegar, provocaría un cisma».

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