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Viernes, 1 de febrero 2019
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¿Dónde está la línea que separa las 'bromas de niños' del acoso escolar? Una madre ha relatado, tal y como ha hecho público en un hilo publicado en la red social Twitter (@DebiQuilla), los mensajes de Whatsapp que se ha cruzado denunciando las vejaciones que sufre su hijo de 11 años en el colegio.
Hay un niño que se mete con mi hijo cada día desde hace meses... No sé cómo actuar sin liarla observaciones demasiado protectora .. esto es lo único que se me ha ocurrido. pic.twitter.com/VVfYmsRIpv
— Debi (@DebiQuilla) 30 de enero de 2019
La historia arranca con ese «Hay un niño que se mete con mi hijo cada día desde hace meses... No sé cómo actuar sin liarla observaciones demasiado protectora .. esto es lo único que se me ha ocurrido», para solaparse con otro debate planteado por ella misma, el de cuándo unos padres son demasiado protectores.
Hay un niño que se mete con mi hijo cada día desde hace meses... No sé cómo actuar sin liarla observaciones demasiado protectora .. esto es lo único que se me ha ocurrido. pic.twitter.com/VVfYmsRIpv
— Debi (@DebiQuilla) 30 de enero de 2019
Tras someter, siguiendo el hilo de la conversación, sus propias convicciones a examen lanza un axioma que contradice a renglón seguido. Ante su inicial (según puede leerse): «He educado a mi hijo enseñándole que la violencia física no lleva a ningún lado, que hay que respetar a todas las personas independientemente de su físico, capacidad intelectual o tendencia sexual... y esto hace que mi hijo se vea indefenso ante los ataques del suyo», concluye:
Los llamada (social) de auxilio ha tenido su efecto y ya acumula cientos de comentarios y retuits. ¿Y soluciones? Ante los motes de 'mariposa' y 'flor' agravados por hacerlo «delante de la niña que él con 11 años cree que será el amor de su vida»: autoriza a su hijo a «merecer el respeto a base de hostias».
Según relata @DebiQuilla, en el colegio ya se han puesto en contacto con ella aunque, denuncia, que a su hijo no le han preguntado por cómo se siente. Aún así sigue con el entusiasmo de seguir volcada, con sus aciertos y errores, en lo que supone ser madre.
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