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El tercer proyecto del Grupo Orlegi en el Sporting de Gijón bascula hoy entre un doloroso distanciamiento de los aficionados y el vértigo ... de asumir que la batalla por la permanencia es, a falta ya de solo cuatro jornadas, un problema exclusivo de tres equipos: el Eldense, el Zaragoza y, sí, los rojiblancos. La temporada, confirmada desde hace tiempo como un fracaso, solo dará en el mejor de los casos para sumar 59 puntos. Y aunque se alcanzasen, haciendo pleno de victorias en esos encuentros que faltan, la suma supondría el cuarto peor registro en las últimas ocho temporadas del club, peleando en tres de las cuatro recientes por no abandonar el circuito profesional. El terreno que pisa el Sporting es uno de los más resbaladizos de su historia, sumido en una peligrosa y redundante vulgaridad.
El equipo se adentrará el sábado frente al Deportivo (El Molinón, 16.15 horas) en esa abrasiva cuenta atrás. Lo hará conteniendo el aliento, sin la salvación amarrada. No obstante, los siete puntos de ventaja que mantiene con el Eldense (y con el factor también favorable del 'golaverage') otorgan un margen importante para amortiguar el mal momento del Sporting, que ha vuelto a las andadas. Porque, aunque el proyecto está bastante más desahogado en la tabla y menos comprometido que cuando llegó a Gijón Asier Garitano –también por el frenazo de la tropa que entrena José Luis Oltra–, la reacción inicial que se alcanzó con el técnico vasco se ha diluido en los malos resultados registrados en los desplazamientos a Cádiz y Castellón: dos derrotas consecutivas frente a dos rivales directos y muy malas sensaciones, con destrozo defensivo incluido en el duelo del pasado lunes en Castalia. Hacía casi dos años que el Sporting no recibía cuatro goles en un partido.
La situación es delicada. Y la prioridad absoluta está puesta en lograr la salvación, objetivo que se podría abrazar este mismo sábado si el equipo de Garitano cosecha una victoria ante el Dépor y el Eldense, que jugará el domingo contra el Málaga en el Pepico Amat, no logra pasar del empate. Pero si la secuencia es la más desgraciada por una derrota, lo que entra en el cálculo de los posibles del sábado igual que la victoria o el empate, el Sporting podría verse a cuatro puntos de descender con solo tres partidos por delante. Con este panorama, el encuentro de este sábado en El Molinón será uno de los más trascendentales de la historia reciente del club, sobre todo para no alargar la agonía y que la situación alcance cotas de dramatismo deportivo. La empresa, en todo caso, no se presenta sencilla. El Deportivo regresará a Gijón, cinco años y medio después de su última visita, amenazante y resistente, con una sola derrota en once partidos, en los que ha firmado seis empates y tiene su recuerdo más reciente en la goleada al Albacete de la última jornada (5-1).
El enfrentamiento, con el extra de la rivalidad entre los dos clubes, se disputará en medio de un ambiente de descrédito hacia el proyecto y el famoso 'proceso', el término acuñado por el Grupo Orlegi para englobar su filosofía futbolística. En España, hasta que se demuestre lo contrario, un concepto más inspirado en una campaña de marketing atractiva y eficaz, que prometía excelencia deportiva, aires renovados tras la etapa de la familia Fernández y una propuesta más vanguardista y profesional, que en la dirección hacia la que corre el balón. Así, en Gijón se percibe como una palabra hueca casi tres años después. Al menos en lo deportivo, que está siendo un calvario, con un desfile continuado de personal. En tres temporadas, solo contando el primer equipo, el Sporting ha conocido cuatro entrenadores distintos y ha alineado, en competición, un total de 63 jugadores, sin ser capaz de estabilizar un bloque ni, tampoco, de retener a sus mejores futbolistas, entre ellos Pedro Díaz, protagonista de un caso insólito en la historia del club. También ha experimentado un vuelco total el cuerpo médico y los responsables de coordinar la nutrición, con varios profesionales que han ido entrando y saliendo de Mareo. De momento, el 'proceso' ha limitado el proyecto, aunque tenga sus brotes verdes, justo es reseñarlo, como el fichaje de Juan Otero y el que se espera de Dubasin.
La emergencia histórica que vive el Sporting, una vez más, impone pensar en el corto plazo para cerrar ya la temporada. A partir de ahí, el Grupo Orlegi, que anuncia cambios, con posibilidades de que José Riestra e Israel Villaseñor, dos pesos pesados en la parcela deportiva de la firma mexicana, estén más encima de la planificación –el segundo ha estado presente en todos los últimos viajes–, será sometido a un severo escrutinio por la falta de concordancia entre la teoría que promulga y los resultados que se obtienen en el campo. Sus palabras y un modelo que no parece maduro ni competitivo para el nivel de la Liga, sobre todo la Segunda, contando como mejor momento una clasificación para el 'play off' el verano pasado.
La preocupación es máxima ante una pérdida de competitividad y pujanza en la División de Plata, cada vez más acusadas, con decisiones erráticas y dirigidas desde México en su mayoría, sin que las obras para mejorar Mareo, aprovechando la inyección de los fondos CVC, sirvan de consuelo cuando el balón se va desinflando. Vaya por delante que las instalaciones, en contraposición al rumbo del primer equipo y también al volantazo que ha experimentado la cantera, sí se han llevado a un nivel de Primera División. Pero no lo más importante, que batalla por no perder la categoría profesional.
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