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Arcelor podrá desbloquear su proyecto de descarbonización para Asturias, pero desde luego no prevé hacerlo en el corto plazo. La multinacional publicó ayer su ... Informe de Sostenibilidad 2024 y en él deja claro que el calendario que manejaba cuando anunció la construcción de plantas de reducción directa del mineral de hierro (DRI) en Europa –en Gijón fue en 2021– no se puede cumplir. «El progreso ha sido más lento de lo previsto inicialmente, debido principalmente a la incertidumbre regulatoria que impidió la inversión», reconoce el consejero delegado de la multinacional, Aditya Mittal, que considera que la ruta mediante horno eléctrico híbrido y DRI «probablemente, solo sea rentable después de 2030». Y para que esto suceda se requieren políticas que aborden los elevados costes de capital y operativos. Lo que se logre para entonces «dependerá fundamentalmente de cómo evolucione el entorno regulatorio este año».
La multinacional insiste en que este 2025 será clave, sobre todo en Europa, para poder garantizar la supervivencia de la siderurgia. En este sentido, destaca que el Plan de Acción para el Acero y los Metales publicado por la Comisión Europea «comprende los desafíos que enfrenta la industria y la gravedad de la situación», sin embargo, requiere que se ejecute con ambición y celeridad y que se aborde el problema de los costes energéticos.
El informe de Arcelor destaca entre los hitos de 2024 el inicio de la construcción en la acería de Gijón del horno de arco eléctrico (EAF), que implica una inversión de 213 millones de euros y que se espera que permita reducir las emisiones de CO2 en un 35% al dejar de emplear el arrabio. De momento, es la única inversión de este tipo que ha aprobado la multinacional de todas las que había anunciado. Mientras, siguen bloqueados todos los proyectos europeos de plantas de DRI, que permitirían mantener una ruta integral en la producción de acero sin los hornos altos, mucho más contaminantes. La EAF-DRI, que se había anunciado para la factoría de Gijón, «se limita actualmente a regiones con electricidad y gas natural baratos», algo que no sucede en el Viejo Continente.
Lo que ha pasado en los últimos años no ha ayudado a que se cumplan los planes inicialmente previstos. «El mundo ha vivido una época de excepcional imprevisibilidad política, que ha alterado la percepción sobre la combinación adecuada de políticas energéticas, industriales y de seguridad que deben implementarse y priorizarse a nivel nacional y regional. Existe también una considerable incertidumbre técnica y económica», justifica Arcelor, hasta el punto de que no se ve capaz de cumplir con sus objetivos de reducción de emisiones que se había fijado para 2030 –del 35% en Europa y del 25% a nivel global en relación a 2021–. No obstante, la compañía destaca que ha logrado disminuirlas un 50% desde 2018, aunque en buena medida se ha debido al cierre o venta de activos con mayor huella de carbono.
Ese es uno de los grandes temores que hay en Asturias, que la descarbonización de su siderurgia pase realmente por la pérdida de capacidades productivas y empleo. Antes del 31 de diciembre debe pararse el sínter 'B' y, con toda probabilidad, este año o el que viene también lo hará el horno alto 'A'. La reforma de la acería hacia una de tipo eléctrico permitirá que esta siga activa, pero sin la planta de DRI no hay instalaciones que puedan sustituir de alguna forma la actividad que se perderá en la cabecera.
«El hidrógeno verde aún no es una fuente de combustible viable, la producción de DRI a base de gas natural en Europa no es competitiva como solución provisional, y la infraestructura de captura y almacenamiento de carbono (CAC) aún se encuentra en fase de planificación», explica claramente el informe de Arcelor. «Tenemos claro que no podemos comprometer capital en proyectos que no respalden un modelo de negocio sostenible», apunta sobre los planes verdes como el asturiano. Lo que necesita, explica, es un equilibrio entre viabilidad económica, preparación tecnológica y políticas de apoyo. Ahora, todas las patas cojean.
Mientras, los hornos de arco eléctrico van ganando peso en el grupo y ya representan el 25% de su producción de acero bruto, frente al 19% de 2018, pero la cuestión es si se emplean básicamente para reciclar chatarra –que es un bien relativamente escaso para las necesidades que se plantean y no vale para los productos de mayor calidad– o se apuesta por esa ruta integral que incluiría lograr acero directamente desde el mineral de hierro, para lo que ahora hace falta arrabio o DRI.
Aditya Mittal traza el camino para las factorías. Primero, centrarse en la producción de acero, en el despliegue de los hornos de arco eléctrico, lo que podría abrir la posibilidad de que se logre una instalación similar para la acería de Avilés, y «a largo plazo», poder abordar la etapa del hierro, del DRI. El objetivo es estar preparados «para una rápida expansión cuando llegue el punto de inflexión» en el que coincida madurez tecnológica y viabilidad económica, pero esto se prevé más allá de 2030, lo que deja un lustro muy complejo para la siderurgia asturiana con sus capacidades muy mermadas.
Uno de los aspectos que destaca el informe de Arcelor es la puesta en marcha en la factoría de Gijón de una herramienta que denominan de Vigilancia de Emisiones Ambientales Visibles (SVEEM, por sus siglas en inglés.). Desarrollada por su departamento de I+D, permite detectar la presencia, ausencia e intensidad de nubes de polvo mediante videovigilancia. SVEEM es capaz de detectar emisiones no solo diurnas, sino también nocturnas, y utiliza modelos de Inteligencia Artificial entrenados con el uso masivo de datos ('big data'), lo que mejora la precisión de la detección. Está previsto que después de Gijón, esta herramienta se ponga en marcha en otras plantas de producción de acero del segmento de planos durante este mismo año.
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