Asturias pierde a Carlos Manuel Rodríguez, el gigante que llevó el café desde Tineo al mundo

«Estaba en misa y cayó fulminado». La muerte ayer de Carlos Manuel Rodríguez, consejero delegado de Cafento, a los 51 años de edad, dejó en estado de shock a las personas que se encontraban en la iglesia de San Juan, en la parroquia de Sangoñedo, en Tineo, pero también a toda una comarca que llora la prematura muerte de uno de los grandes impulsores de esta compañía asturiana, que ya va por la tercera generación. Ayer por la tarde, Rodríguez se encontró mal mientras asistía a un funeral y se desplomó. Aunque le realizaron la maniobra cardiopulmonar, no se pudo hacer nada por salvar su vida. El funeral será mañana, a las cuatro de la tarde, en la iglesia de San Pedro de Tineo.

Empresario familiar, padre de dos hijos adolescentes y pegado al territorio, quienes le conocían le recuerdan como un hombre sencillo y con una mente inquieta que le llevó a apostar decididamente por la innovación y el crecimiento de la compañía fundada por sus abuelos. Pero también por una persona responsable, preocupada por el futuro de Asturias y del tejido económico, lo que le llevó a presidir la Asociación Asturiana de Empresa Familiar (Aefas) y a ser vocal de la Cámara de Comercio de Oviedo.

Con una facturación de 100 millones de euros, el grupo ha adquirido 21 empresas cafeteras regionales desde 1987 hasta convertirse en el mayor productor del sector de capital español. Dispone de equipos propios en Francia, Eslovaquia e Irlanda; tiene fábricas en Tineo, Bilbao y Dublín; nueve sedes en España y exporta a 15 países. En conjunto, da empleo a casi 500 personas y cuenta con marcas de referencia en distintas regiones, entre las que destacan El Gallego, Café Areces, Saroma, Valdés, Tarrero, Rovi o Montecelio, muy presente en el sector hostelero y que también cuenta con chocolates, tés y otras infusiones. Rodríguez fue el gran artífice de su expansión, que se ha basado en ir adquiriendo compañías muy conocidas en distintos territorios, una estrategia que llevó a Cafento a dar el salto internacional al comprar la irlandesa Java Republic.

Pero, sobre todo, en Cafento destaca su carácter familiar, forjado desde que, en los años 30, el gallego Manuel Rodríguez y la asturiana Pilar Menéndez fundaran en Tineo El Gallego, una pequeña tienda de ultramarinos, fonda y casa de comidas que contaba con una tostadora de café. Fue fruto de cierto azar. Habían tenido en Buenos Aires a su primer hijo, Juan Carlos, y viajaron a España para presentarlo a su familia, pero durante su visita a Asturias estalló la Guerra Civil y no pudieron regresar.

En los años 50, el que fuera aquel bebé, Juan Carlos Rodríguez Menéndez, separó de la actividad de la tienda de sus padres la del café. El crecimiento fue imparable. En 1981, puso en marcha una fábrica de más de 3.000 metros cuadrados. En 1987, la compañía adquirió Cafés Areces y, en 1996, centró su apuesta en la venta a hostelería. En el año 2000, cedió el testigo de la empresa, a sus tres hijos, Carlos Manuel, Paula y Pilar Rodríguez Peláez, que la hicieron crecer aún más.

De Grupo El Gallego Montecelio se pasó en 2008 a la marca Cafento y, en 2012, inició su internacionalización. A medida que crecía el negocio, sus propietarios fueron diversificando también sus actividades creando nuevas sociedades, como Inversiones Rodríguez y Peláez. En noviembre, se hicieron con la concesión de los bajos del estadio de El Molinón por 40 años.

Ese carácter familiar, pero a la vez innovador, le valió a Cafento el año pasado el premio que concede Aefas, que destacó su «permanente innovación y excelencia en el desarrollo del negocio durante los últimos 90 años», su exitoso proceso de expansión y su vinculación con sus raíces en Tineo, «proyectándose como un motor de la economía local y regional». El pasado mes de octubre, Carlos Manuel Rodríguez acudió a recoger el galardón junto a su madre, Sara Peláez, y una de sus hermanas, Pilar Rodríguez. «Los tres nos sentimos orgullosos del trabajo que nuestros padres y fundadores, Juan Carlos y Sara, desarrollaron y también de haber podido recoger su legado», subrayó entonces el consejero delegado de Cafento. En su emotivo discurso, destacó el valor de compañías como la suya, muy pegadas al territorio e, incluso, más resilientes a las crisis, defendió. «Estamos más preparados porque no pensamos en el año siguiente, sino en la empresa que queremos dejar a nuestro hijos», señaló.

Esa impronta familiar y su arraigo al occidente asturiano, pero también su carácter disruptivo, llevaron a Cafento a lograr otros reconocimientos, como el Premio Innova a la Trayectoria Empresarial, concedido en 2019 por EL COMERCIO, por su «continuo proceso de emprendimiento e innovación», o el de Asturmanager, en plena Gran Recesión, por ser «un estímulo» en tiempos de crisis y demostrar que se podía seguir creciendo. La compañía, en un mensaje publicado ayer en las redes sociales, destacó de él su «ejemplo de lucha, de tesón, de motivación y de esfuerzo».