El CEO europeo de Arcelor pasa revista en Asturias en plena incertidumbre sobre el futuro de las plantas
Visitó distintas instalaciones, mientras el comité europeo se reunía en Luxemburgo para analizar la deslocalización a India, que califica de una «falta de lealtad»
El CEO de ArcelorMittal Europa, Geert van Poelvoorde, recorrió ayer de forma exhaustiva las diferentes instalaciones de las plantas de la siderúrgica en Asturias. Lo ... hizo en un momento clave, en el que se juegan su futuro, a la espera de que se tomen decisiones de calado que, en buena medida, dependen de este alto ejecutivo belga. Entre ellas, destacan el momento en el que se apagará definitivamente el horno alto 'A' o si se invertirá en la acería de Avilés para mantener su capacidad una vez que se recorte la producción de arrabio.De ahí que la cita fuera preparada con esmero y con varias semanas de antelación por parte de la dirección asturiana.
La visita, que desveló EL COMERCIO, se enmarca en un programa que desarrolla la multinacional a nivel global para que el personal considerado talentoso comparta sus experiencias y que trajo al Principado a 80 directivos. Sin embargo, más allá de ese encuentro, lo relevante para las factorías de Gijón y Avilés fue el interés de Van Poelvoorde en conocer la situación de las plantas.
Así, el CEO visitó por la mañana en Gijón el tren de chapa, las obras del horno eléctrico híbrido de la acería, las baterías de cok e, incluso, la zona en la que estaba previsto construir la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI), proyecto que ahora está bloqueado por su falta de viabilidad, al igual que el resto de iniciativas similares presentadas en otras factorías del grupo en Europa.

De Van Poelvoorde dependen en última instancia decisiones clave para el futuro de las plantas asturianas
Ya de tarde se trasladó a Avilés. Además de instalaciones acabadoras, estuvo en la acería LDIII, para la que también se demanda desde Asturias un horno híbrido como el de Gijón. De hecho, se le presentó el proyecto Helena, que intenta demostrar la idoneidad de que las plantas de la comunidad cuenten también con una ruta eléctrica para abastecer las instalaciones de planos. Esto evitaría reducir drásticamente la capacidad productiva en la región, una vez que se prescinda de un horno alto, y con ello se salvaría actividad y empleo.
La visita de Van Poelvoorde se produce en plena incertidumbre sobre el futuro de las instalaciones y de la plantilla. De hecho, ayer mismo, el comité europeo se reunía en Luxemburgo para seguir abordando el proyecto de deslocalización a India de buena parte de los servicios de estructura de la multinacional en el continente.Esta medida, que Arcelor justifica por el ahorro salarial que implica, que cifró en una horquilla de entre 80 y 100 millones de euros anuales, suscita un fuerte rechazo entre los representantes de los trabajadores.
En este sentido, a pesar de que los miembros de este comité tienen sensibilidades muy variadas –son de diferentes países y de distintos sindicatos–, ayer consensuaron un comunicado en el que denuncian «la falta de información y transparencia por parte de la dirección».
De momento, es poco lo que se conoce, más allá de algunas cifras gruesas. Se prevé que la deslocalización afecte a alrededor de 1.500 trabajadores del continente, aproximadamente el 30% del personal de estructura. En Asturias el impacto podría superar el centenar de empleados –en toda España se calcula que se moverá entre 130 y 150– de áreas de recursos humanos, compras, cadena de suministro, nóminas o informática, entre otras.
Sin embargo, desde el comité europeo consideran que falta «la información más elemental» para poder pronunciarse«sobre la racionalidad de este proyecto». No consta, censuran, ninguna información sobre el coste total, ni sobre sus hipotéticas ventajas y no hay «ningún análisis serio de los riesgos inherentes al traslado de estos servicios ni el impacto en el desarrollo de la producción europea, que podría verse gravemente afectada por el alejamiento de funciones de apoyo fundamentales». Tampoco se ha comunicado cómo se producirían los ajustes, si habría la posibilidad de recolocaciones en otras funciones –algo que se ve poco viable para todo el personal afectado–, bajas incentivadas o incluso si se plantearán salidas traumáticas.
«El único argumento comercial esgrimido hasta ahora es la diferencia de salarios entre Europa e India, lo que constituye un ejercicio de cinismo por parte de la dirección, que dice defender valores como la salud y la seguridad o el respeto al medioambiente», esgrime el comité europeo, que recuerda la diferencia que existe entre ambos territorios en estas cuestiones. Y la acusa, además, de «hipocresía y falta de lealtad», al pedir ayudas a la Unión Europea mientras plantea esta deslocalización laboral. «Nos enfrentamos a un cambio de estrategia comercial, que conducirá a la eliminación progresiva de nuestras capacidades de producción», auguran.
De hecho, el recorte va más allá. De momento, en Asturias se plantea también la amortización de 70 empleos en la acería de Gijón y aún no se han cuantificado cuántos se perderán cuando se cierre el sínter 'B' a fin de año o la repercusión que tendrá el apagado del horno 'A'.
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