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Lograr que el acero europeo «vuelva a prosperar a nivel mundial». Con este objetivo, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, lanzó ... ayer el 'Diálogo estratégico sobre el futuro del sector siderúrgico europeo', una cita a la que estaban convocados los principales líderes de la industria, entre ellos, el consejero delegado de Arcelor en Europa, Geert van Poelvoorde, así como interlocutores sociales y otros representantes claves de la cadena de valor. Este encuentro se presentó como un paso previo al del Plan de Acción sobre el Acero y los Metales, que se dará a conocer el próximo 19 de marzo y establecerá medidas para crear «mercados líderes para el acero con bajo contenido de carbono y acelerar las inversiones». Para ello contará con los más de 100.000 millones de euros destinados a promover la descarbonización del sector ya avanzados en el Pacto Industrial Limpio (Clean Industrial Deal) hecho público la semana pasada.
El encuentro entre los responsables de la Comisión y de la industria se produjo, por tanto, apenas quince días antes de que se vaya a anunciar la hoja de ruta que se diseña en Bruselas para la salvación de la siderurgia del Viejo Continente, un cometido que tiene encomendado el vicepresidente ejecutivo de la Comisión para la Prosperidad y la Estrategia Industrial, el francés Stéphane Séjourné, presente en el encuentro. También estaban la propia Von der Leyen y la vicepresidenta para una Transición Justa, Limpia y Competitiva, la española Teresa Ribera. Según el Ejecutivo europeo, el resultado de este proceso consultivo se incorporará a ese plan como «un proceso inclusivo y colaborativo para abordar los desafíos críticos a los que se enfrenta el sector y garantizar su éxito continuo como motor clave de la economía europea».
Este programa incluirá acciones prioritarias específicas para la siderurgia, así como otras a largo plazo para reemplazar las medidas de salvaguardia de defensa comercial que expiran en junio de 2026. Entre las cuestiones más relevantes a las que ya apunta la Comisión estará garantizar que la producción de acero limpio sea comercialmente viable. En la actualidad no lo es, ya que supone elevar los costes entre un 30% y un 50%, lo que dejaría fuera del mercado a esos productos siderúrgicos. De ahí que inversiones como las de Arcelor previstas en Europa, entre ellas, la de la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) anunciada para Asturias, estén en suspenso.
Además, dentro de esa hoja de ruta también se busca acordar la mejor manera posible de responder a prácticas comerciales «desleales e injustificadas» que afectan al mercado e identificar las medidas a largo plazo llamadas a reemplazar las de salvaguardia actuales.
«Nuestra Unión Europea se construyó sobre una comunidad del carbón y el acero. El acero está en todas partes, desde la energía eólica hasta la defensa», recordó Von der Leyen, en referencia a la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero), creada en 1950 y germen de la actual organización. «Los fabricantes de acero europeos están en una encrucijada, afrontando los desafíos de la necesaria descarbonización y la competencia mundial en parte desleal», reconoció después. De ahí que destacara el lanzamiento de este diálogo con la industria. «Unimos nuestras fuerzas para presentar un sólido argumento comercial a favor del acero fabricado en Europa», ahondó la presidenta de la Comisión, después de que la mayoría de empresas del sector, como Arcelor, hayan insistido en que, en la actualidad, no existe ese argumento comercial para invertir en la descarbonización de la siderurgia y en la producción de acero verde en Europa. De hecho, en muchos casos, están poniendo el foco en otros países y mercados. Los Mittal, por ejemplo, no ocultan su preferencia por India, Estados Unidos o Brasil.
El Ejecutivo comunitario es consciente de que «las plantas siderúrgicas están en el corazón de muchas economías regionales», entre ellas la asturiana, y respaldan más de 2,5 millones de puestos de trabajo en la UE. Sin embargo, están bajo una gran presión. La propia Comisión explica que los costes de producción han aumentado debido a los de la energía, mientras que los precios de los productos han caído por el aumento de la sobrecapacidad mundial y la disminución de la demanda. «En consecuencia, el sector no ha podido invertir en acero limpio, que es necesario para la descarbonización de esta industria», argumenta el Ejecutivo europeo, que pretende desatascar con su plan proyectos paralizados como el asturiano.
La Asociación Europea del Acero (Eurofer), en la que se integra Arcelor, acogió con satisfacción el lanzamiento de este diálogo. «La industria siderúrgica europea se enfrenta a retos existenciales únicos que deben abordarse urgentemente», insistió su director general, Axel Eggert, que además, agradeció que la Comisión, «al más alto nivel, no solo reconozca estos retos, sino que quiera trabajar con nuestra industria para encontrar las soluciones adecuadas».
En este sentido, Eurofer ya cuenta con su propuesta, centrada en cuatro áreas prioritarias: comercio, arancel ambiental, energía y chatarra ferrosa. Así, en primer lugar, esta organización reclama endurecer las medidas de salvaguardia actuales para alinearlas con la realidad del mercado y desarrollar un régimen de aranceles más sólido y completo para detener los efectos indirectos del exceso de capacidad mundial. Además, destaca la importancia de garantizar un mecanismo de ajuste en frontera del carbono hermético que evite la elusión, la redistribución de recursos y la fuga de carbono, a la vez que preserve la competitividad de las exportaciones y desaliente la reubicación de las cadenas de valor de fabricación fuera del continente. En cuanto a la energía, el sector requiere que sea limpia y asequible, de forma que se trasladen los beneficios de las renovables a los consumidores y se garantice la competitividad de la industria. Asimismo, aboga por conservar la chatarra dentro de Europa, un «recurso valioso pero escaso», clave en la economía circular y para los hornos eléctricos como el que se construye en Gijón.
«En toda Europa se están perdiendo puestos de trabajo y capacidad siderúrgica, y las inversiones en descarbonización se están paralizando, mientras que los aranceles estadounidenses se avecinan. El tiempo de las medidas a medias ha terminado», avisa Eggert.
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