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La incertidumbre es el peor enemigo de los negocios y, sin embargo, es la gran protagonista del actual contexto económico. De ahí que, más allá ... de las consecuencias directas de los aranceles en la economía asturiana, haya que tener en cuenta también otros impactos de la guerra comercial, algunos con consecuencias a largo plazo como pueden ser las decisiones de inversión. Asturias vive un momento trascendental de transformación debido a la transición energética y necesita que se ejecuten los proyectos que hay sobre la mesa y otros que aún se negocian y no han trascendido. Sin embargo, más que nunca, las empresas no saben qué se van a encontrar y eso complica la toma de decisiones.
El actual mercado internacional no invita a apostar por operaciones complejas e incluso los proyectos relacionados con la autonomía estratégica del continente, como promueve la Unión Europea, parecen demasiado arriesgados, como es la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) de Arcelor o incluso las iniciativas relacionadas con el hidrógeno verde o la movilidad eléctrica.
Una de las empresas directamente afectadas es Windar, con proyectos a largo plazo en Estados Unidos relacionados con la eólica marina y que, ahora, no se sabe cómo evolucionarán, tanto por los aranceles y las medidas 'antidumping' impulsadas en el país como por la posición de Donald Trump en relación a las renovables. El magnate prioriza los combustibles fósiles, frente a su antecesor, Joe Biden, con la llamada Ley de Reducción de la Inflación que incluía grandes incentivos para el despliegue de energías verdes.
«La incertidumbre nunca favorece el entorno que demanda la industria para llevar a cabo inversiones», admite Pedro González, director general de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (Aege), en la que se integran Arcelor y Asturiana de Zinc. Para superar esa barrera, advierte, «hará falta una apuesta clara que aporte visibilidad y estabilidad a la industria, por lo que la colaboración público-privada jugará un papel muy relevante».
Desde Femetal, la patronal del metal en la región, reconocen que la inestabilidad generada «impacta negativamente en las decisiones inversoras de las empresas, que por prudencia financiera, posponen o cancelan cualquier iniciativa de este tipo». Al mismo tiempo, lamentan que los aranceles vayan a ocasionar «una pérdida de mercado para las empresas asturianas del sector metal, que verán reducida su capacidad competitiva en el mercado norteamericano». Por eso, explican, las compañías tendrán que diversificar sus áreas comerciales en otros destinos internacionales.
Esteban García-Canal, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad de Oviedo, coincide también en que el escenario convulso actual «nunca es bueno para la toma de decisiones», por lo que la reacción inicial más habitual «suele ser una actitud de 'wait and see', es decir, esperar a que la situación se aclare». En cualquier caso, remarca que cada caso debe analizarse de forma individual: «Si se trata de invertir para producir en EE UU, el contexto puede ser favorable, ya que precisamente ese es el tipo de inversión que la Administración Trump busca incentivar. En cambio, si hablamos de iniciativas orientadas a abrir mercado en EE UU, por ejemplo, comercializar productos sin presencia física, claramente no parece el mejor momento, dada la falta de estabilidad regulatoria y comercial».
El decano del Colegio de Economistas de Asturias, Abel Fernández, es de la misma opinión que García-Canal en relación a las decisiones de inversión: «Yo esperaría a ver cómo se desarrollan las negociaciones que está estableciendo la Unión Europea con Estados Unidos. Y al mismo tiempo estaría también a la expectativa de lo que puede ocurrir con la relación entre Estados Unidos y China». Fernández cree que la «patada al tablero» dada por Donald Trump al comercio mundial añade aún más incertidumbre a una economía que, recuerda, en pocos años ha sufrido «muchos sobresaltos», desde la crisis financiera hasta la pandemia, además de la guerra de Ucrania y, ahora, la crisis arancelaria. No obstante, el decano del Colegio de Economistas de Asturias añade que todo ello «hay que verlo también con el paso del tiempo» y con perspectiva.
Por su parte, Lorena García Alonso, profesora titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo e investigadora de REGIOlab, el Laboratorio de Análisis Económico Regional de la misma institución académica, sostiene que «Asturias no es un departamento estanco» y, por tanto, resulta indispensable tener en cuenta también los efectos indirectos derivados de terceros países con los que hay más relación directa que la que se tiene con Estados Unidos. En ese sentido, recalca que «es imposible hacer una previsión válida cuando se está ante alguien que toma decisiones basadas en impulsos erráticos».
De este modo, la investigadora aboga por «sacar eso de la ecuación»: «Es complicado, hace falta cautela, pero también firmeza. Habría que hacer como los agricultores, que realizan su trabajo y luego dependen del tiempo. Podemos tomarnos a Trump como un efecto meteorológico adverso. Si la estrategia de país o de empresa es la adecuada en las condiciones normales, es la que hay que seguir».
Así, la crisis arancelaria ha puesto en jaque a las empresas, que esperan a que el nubarrón se despeje antes de adoptar posturas de calado. No obstante, Marina Rayón, fundadora de Wingstosell, empresa de consultoría de comercio internacional, apunta que «no es miedo, sino prudencia», y afirma que «la capacidad de adaptación impera en las decisiones empresariales, sobre todo en las compañías de manufactura de otros países americanos, como puede ser México, que ya desde enero ha vivido cambios arancelarios.
«En Europa ahora se respira ese aliento contenido, hasta que haya más claridad sobre ayudas, políticas industriales o medidas de apoyo reales», explica la experta, que también apunta que «es un momento interesante para diversificar y mirar nuevos mercados». ¿Ejemplos? Rayón asegura que «para las empresas agroalimentarias, que en Asturias tienen mucho potencial», Canadá, Japón o el Golfo Pérsico apuestan por productos 'gourmet' europeos. En el sector industrial y metal, continúa, «mercados como México, Polonia o Vietnam ofrecen oportunidades», mientras que «para el turismo y la cultura, con peso en Asturias, hay que mirar a Alemania, Francia o incluso Corea del Sur, que muestran un creciente interés por experiencias auténticas y sostenibles», defiende la fundadora de Wingstosell.
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