El Pandora
Alejandro Villa dedicó el premio a la Proyección a su madre, «que se lo merece como yo»; a su padre, «el mejor jefe de sala» y a sus abuelos
La carrera del cocinero Alejandro Villa está siendo una lista de objetivos cumplidos. Ahora celebra «estar en mi mejor momento» y «tener muy claro a dónde quiero ir». Así de contundente se mostró el joven avilesino tras recibir la Caldereta de Don Calixto a la Proyección 2025. Un galardón que «es un honor y un placer» recibir, y que dedicó a su madre, «que podría estar aquí porque se lo merece como yo»; a su padre, «el mejor jefe de sala que hay», y a sus abuelos, «que gracias a ellos llevo un año sin comprar ni una cebolla».
Fue un discurso el suyo emotivo, divertido y cargado de aplausos para una familia hostelera que empezó en 1998. Fue entonces cuando los padres de Alejandro, Cristina y Alberto, abrieron una cafetería en el local donde antes había trabajado el padre de ella. «Ha sido una suerte para mí tener un lugar donde empezar a probarme y poder ver si de verdad me gustaba esto», apuntó Villa acerca de sus inicios. Fue hace seis años cuando tomó la decisión final y, en familia, «porque sin mis padres El Pandora sería hoy un 50% de lo que es», dio un giro de tuerca al negocio.
Cambiaron la cafetería de toda la vida por un restaurante, un giro de guion «complicado porque a la gente de la zona le costó entenderlo», aseguró. Pero vieron que no tenía sentido mezclar los cafés con las comidas», y decidieron «cambiarlo todo» unos meses antes de que empezase la pandemia de covid. El cambio les salió bien.
«Trabajamos con el producto que nos trae la Rula de Avilés, bien tratado y sin florituras»
Hoy por hoy, ofrecen carta y un menú degustación en los que los pescados y los mariscos frescos y de temporada son fundamentales. «Trabajamos una cocina de producto, de producto cercano además, pues aprovechamos lo que nos trae la Rula de Avilés, bien tratado y sin muchas florituras», aseguró.
Confesó este cocinero, de la quinta del 94 y que a punto estuvo de traer para Avilés el premio Cocinero Revelación de Madrid Fusión, que hasta hace dos años «no tenía claro el camino a seguir». Pero ahora ya sí. Por eso al futuro solo le pide salud y no perder la pasión por lo que hace ni lo que disfruta estando en la cocina. «Quiero que quienes nos visiten vengan a disfrutar de una gran experiencia gastronómica, pero sin estar encorsetados», aseguró Alejandro Villa, para quien comer es lo segundo que más le gusta en la vida después de cocinar. La afición le viene de su abuela y bisabuela. Estudió después cocina en Pravia y se curtió en el Real Balneario de Salinas.