Cimavilla amenaza con dejar de celebrar sus fiestas: «Igual es el último año»
La comisión de festejos espera «pagar la pifia del año pasado y no palmar pasta», mientras reclama un espacio en el barrio y apoyo municipal
Las de este año podrían ser las últimas fiestas que se celebren en Cimavilla. Al menos, a cargo de la actual comisión de festejos, que se plantea no seguir adelante por las trabas municipales que sortean cada año y la falta de ayuda del Ayuntamiento de Gijón: «Igual este es el último año que las hacemos», afirmó este viernes el presidente, Omar López, a EL COMERCIO durante los preparativos de la decoración que lucirá el barrio alto de la ciudad del 5 al 14 de septiembre.
A la vieja reivindicación de todos los años, en la que demandan un espacio en el edificio de Tabacalera para guardar sus cosas y utilizar como sede de la comisión, se suma esta vez la urgencia de «pagar la pifia del año pasado y no palmar pasta». Se refieren al contratiempo que tuvieron que afrontar cuando «un día no dejaron subir el camión de la orquesta y tuvimos que pagar sin que tocasen» y a otro día que «llovió y no vino tanta gente», lo que desembocó en una deuda de cerca de cerca de 20.000 euros.
Pese a las dificultades, el espíritu vecinal se mantiene y la comisión confía en que «lo sacaremos porque este año recortamos en muchas cosas para pagar lo que debemos». Para lograrlo, en lugar de cobrar entrada han decidido bajar un poco el precio de las consumiciones y «que la gente disfrute».
Las carrozas del Nalón
Están trabajando a contrarreloj. Además de las habituales figuras que engalanan el barrio, como la ballena, el barco o la cabeza de dragón, este año lucirá también algunas de las carrozas que participaron en el Descenso del Nalón. «Nos las cedieron las peñas del Descenso, que las suelen tirar, para darles una segunda vida aquí y estamos muy agradecidos», destacó López. «Es triste que no reciban ni un solo euro por hacer todo esto, porque incluso las copas que se entregan en las competiciones las donan los bares. Y, si no es por las pelas, no hay fiesta, así que mostrar su trabajo en las fiestas de Cimavilla es nuestra forma de pago», remarcó.
El transporte no fue sencillo: requirió de un trailer y cuatro camiones que realizaron cinco viajes para desplazar las piezas. Ahora, se centran en pintar y reparar las carrozas y las habituales figuras que adornan el barrio para empezar a montarlo todo, aunque «seguramente empiecen las fiestas y estemos todavía poniendo cosas», señaló el presidente.
El problema llegará una vez terminen las celebraciones. El local que utilizan para guardar sus materiales, ubicado al final de la calle Claudio Alvargonzález, está hasta arriba y las carrozas no caben. «Aquí hay más de 40.000 euros en piezas que intentaremos guardar como podamos», aunque insisten en reclamar «un pequeño espacio en Tabacalera». De momento, «dependemos de la caridad de este hombre, pero el día que empiece la obra aquí se acabaron las fiestas de Cimavilla». El programa se publicará la próxima semana.