Los vecinos rechazan el aparcamiento subterráneo de El Campillín, en Oviedo, porque «se van a quitar árboles»
Defienden que «no hay ninguna razón» a favor de construir el parking pese al planteamiento municipal de dotar de servicios El Antiguo
La oposición al proyecto de aparcamiento subterráneo en El Campillín es frontal tanto entre el movimiento vecinal como entre los propios residentes. Representantes y vecinos ... consideran que «no hay ninguna razón a favor» para lo que plantea el Ayuntamiento de Oviedo. El proyecto, que ya cuenta con estudios geotécnicos en marcha, ha sido en cambio defendido por el alcalde, Alfredo Canteli, como una forma de dotar de servicios al casco antiguo.
El Martes de Campo, unas doscientas personas se movilizaron con el lema 'El Campillín no se toca' y su rechazo de mantiene. Arturo Vilarino, presidente de la Agrupación Vecinal Santo Domingo-El Campillín, asegura que «meter más tráfico dentro del centro de la ciudad no es ninguna solución. Que nos presenten el proyecto y aseguren que no se van a quitar árboles y entonces hablamos, porque se van a quitar árboles y lo saben. Van a destruir la parte del parque que está entre Padre Suárez y Marqués de Gastañaga». En la misma línea, Manuel Almeida, presidente de la Asociación Oviedo-Redondo, explica que «la construcción del parking subterráneo no beneficia a los vecinos, les va a perjudicar porque va a traer más vehículos al centro». Además, advierte que habrá daño a la arboleda dentro del segundo parque urbano de Oviedo. «Sólo necesitamos que haya transporte público de calidad que atraiga a los turistas al centro. Nada más», limita.

Sentado en un banco junto al parque , Manuel Gutiérrez disfruta de lo que él llama «el pulmón de Oviedo». Su preocupación es directa y personal. «Tengo dos perros, y si las obras comienzan no podré ni pasearlos por aquí». Gutiérrez ve el proyecto como una concesión excesiva al turista. «Turismo sí, pero regulado, porque todo esto es por el turismo», apunta, y defiende que hay alternativas. «Hay sitios mejores para un parking, como La Vega o la Fábrica de Gas. Oviedo tiene que ser como siempre, tranquilo».
A pocos metros, en la zona de juegos, Raúl Vega, vecino del cercano barrio de Otero, empuja el columpio de su hija. Acaba de enterarse de la magnitud del plan. «Vi carteles, pero no sabía lo que pasaba», confiesa. Su escepticismo es palpable. «Aunque se conserven los árboles, que no sé... Esto es para disfrutarlo». Cuestiona la necesidad real de un proyecto de tal envergadura en ese punto. «Hace falta aparcamiento, pero yo creo que para días puntuales. Otras veces, muchos aparcan en Otero y de ahí se desplazan andando al centro, que son diez minutos».
«Alguna solución habrá»
El debate, sin embargo, no es sólo sobre el dónde, sino también sobre el cómo. Alfredo Ovín, gijonés que viene a trabajar a Oviedo cada día, cree que «el parking es necesario», pero rechaza de plano el modelo propuesto. «No tiene que ser privado. Ya pagamos mucho, y parkings de pago hay bastantes», critica. Su propuesta es otra: «Necesitamos parkings disuasorios donde aparcar en diferentes zonas de Oviedo, pero no a cinco kilómetros. Uno en cada zona de entrada y por supuesto, gratis».
Ese dilema entre la necesidad y la pérdida lo encarna a la perfección Isolina García, que pasea tranquilamente con su carro de la compra. Su primera reacción es de un rechazo rotundo: «Vengo de hacer la compra y que me quiten este parque no lo quiero». Sin embargo, inmediatamente reconoce la otra cara de la moneda. «Mi hijo, es cierto, necesita aparcamiento y me lo dice mucho», admite. Su conclusión es un llamado a la sensatez y al ingenio. «Pero sin perder el verde y los árboles que aquí tenemos. Todo puede convivir y alguna solución habrá».

Un parking incluido en las medidas municipales de regeneración urbanística
Un aparcamiento para cumplir con las medidas impuestas por el diagnóstico para la Regeneración urbanística y revitalización del casco antiguo, diseñado por el arquitecto Juan Tur, en colaboración con Daniel Cortizo, y que se presentó hace más de dos años en la plaza del Paraguas con la presencia del alcalde, Alfredo Canteli, y el concejal de Infraestructuras, Ignacio Cuesta.
El citado estudio o informe detectó tres problemas básicos en el casco antiguo: la fijación de población, el mal estado de las edificaciones y los problemas de aparcamiento.
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