«El Nalón es un río peligroso, ahí te ahogas; esto no es un juego»
Los vecinos exigen que se tomen medidas para advertir del riesgo del río Nalón a su paso por Las Caldas: «Haces pie y un paso más allá hay cinco metros de profundidad»
El fallecimiento de un joven de 18 años ahogado en el río Nalón, a su paso por Las Caldas, reabre una herida que nunca llega a cicatrizar. No es la primera vez que ocurre. «Hay que hacer algo, esto no es nuevo», coinciden los residentes en la zona. La preocupación es máxima. «En menos de cinco años, ha habido cinco ahogados en la zona», cuenta con amargura José María Iglesias, vecino de Caces. Aclara que no todos han sido en el tramo donde se desató la tragedia este miércoles, pero sí en el mismo río traicionero. «Es que es muy peligroso», sentencia, una afirmación que resuena en cada testimonio.
Juan Carlos Álvarez, que tiene una casa en Siones, recurre a la memoria familiar para explicarlo: «Mis abuelos, hace ya cien años, decían que en este río no se podía bañar. Por sucio y, sobre todo, porque es muy peligroso».
Avisos
Esa percepción de un Nalón «engañoso» es la que ha llevado a la Asociación de Vecinos de Puerto a pedir, desde hace tiempo, una solución. «No puedes prohibir el baño, es imposible; pero sí tienes la obligación de avisar del peligro». Los vecinos describen una trampa mortal casi invisible. «Es un río que de repente haces pie y, un paso más allá, tienes cinco metros de profundidad debajo de ti. No es solo por las corrientes, es que el fondo acumula piedras y ramas que te pueden atrapar. Ahí te ahogas. Esto no es un juego». La advertencia es clara: «La gente tiene que saber que esto no es para nadar, es para mojarse un poco donde sepas bien que no cabe un cuerpo debajo».
El suceso ha puesto el foco en una dolorosa realidad que muchos señalan: la mayoría de las víctimas no son de la zona. «La gente de aquí ya sabemos que es peligroso», abunda María Ángeles Fernández, vecina de Puerto. «Pero los de fuera, a veces por no poder pagar el precio de las piscinas, vienen, se bañan y no saben el riesgo que corren».
Su frustración se dirige a la falta de advertencias claras. «No se puede dejar que gente que no conoce el peligro se meta sin más, sin un cartel que les avise». Es consciente de que algunos harán caso omiso o que los carteles podrían ser vandalizados, pero insiste: «Hay que hacer algo, porque vemos que, sobre todo, siempre es gente de fuera la que se ahoga».