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Oviedo lleva en su ADN el Martes de Campo. Generación tras generación, los ovetenses toman el Campo San Francisco y otros rincones de la ciudad –como los parques Purificación Tomás, elegido sobre todo por la juventud; o de El Campillín, esta vez escenario de una quedada popular en forma de protesta contra el aparcamiento propuesto– para comer el bollo preñao y disfrutar del vino, aunque la sidra va ganando enteros.
Con música –la de la Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo y la Banda de Música Ciudad de Oviedo y una romería, ya de tarde, animada por Okka Dj–, juegos de madera, pintacaras y tatoos para niños, la Sociedad Protectora de La Balesquida organizó unos festejos que –tras celebrarse el año pasado en el Oviedo Antiguo por el Día de las Fuerzas Armadas– regresaron al Paseo del Bombé, y con mucho éxito.
Desde primera hora de la mañana, once colaboradores se afanaban en el reparto de 4.200 bollos preñados –225 fueron para la Cocina Económica– y las consiguientes botellas de vino. También en buscar nuevos socios. «Confiamos en que se bata el récord de socios» de un Martes de Campo, anticipó José Antonio Alonso, presidente de la Sociedad Protectora de La Balesquida, viendo cómo iba la captación de los 'embajadores'. Con 3.800 socios en la actualidad –en la covid se perdieron 200–, la previsión es llegar a «los 3.900». «Lo que se trata es de mantener la tradición, que no se pierda», abundó Alonso.
En las doscientas mesas y mil sillas dispuestas en la arteria del Campo no cabía un alma más. A sus 87 años, estaba allí Luisa Martínez, una veterena del Martes de Campo. «Llevo viniendo desde que era una cría y ahora traigo a mis nietos. Toda la familia está aquí», contó. Aunque bajo un cielo plomizo, insistió en que «hay que quedarse a disfrutar de la tradición».
A pocos metros, Jorge Valdés escanciaba sidra. «Bollu de chorizo y ambiente, ¿qué más se puede pedir?», destacó desde pleno meollo porque, para él, aunque la fiesta se extienda por otros rincones de la ciudad, el alma de La Balesquida está en el Campo.
También con sidra disfrutaron del Martes de Campo representantes del Círculo Gastronómico de los Quesos Asturianos –socio de honor 2025 de la Sociedad Protectora–, a la par que daban a probar distintas variedades de quesos.
Aunque no son la mayoría, sí muchos socios recogieron el bollo para tomarlo en otros lugares, como Modesto Néstor González, autor del dibujo del cartel que ilustra los festejos, que recogió el suyo para tomarlo fuera del Campo, sin barullos. O también como Noel Lombardero, que quería también un espacio más tranquilo. «Aquí hay mucha gente, así que lo cogemos y nos vamos». Su destino, el parque de Santullano. Carlos Menéndez y sus familiares miraron al monte: «Somos más del Naranco». «Allí vamos todos los años. Cogemos la tortilla, los filetes y, ale, a pasar el día».
Un Martes de Campo para todos los gustos sin perder la tradición y con nuevos embajadores.
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