Así será la vuelta a los teatros

La experiencia del teatro también está llamada a cambiar. No solo porque el siempre ansiado calor del público se enfriará con la distancia, porque a partir de que comiencen a abrir sus puertas los espacios escénicos un llenazo total será un patio de butacas medio vacío, un entresuelo con dos tercios de los asientos precintados y un gallinero de triste aspecto.

Los protocolos con los que se trabaja para dar la bienvenida a los visitantes hablan no solo de lo evidente de la desinfección máxima en todos los espacios que han de estar perfectamente ventilados y que van del área de actuación –el escenario ha de limpiarse antes de cada función–, a los camerinos, el equipamiento técnico –que incluye desde los focos al cableado o la microfonía– a las áreas ocupadas por el público o las de oficinas.

También será necesario abrir puertas antes para escalonar convenientemente el acceso del público y que se pueda mantener la distancia de seguridad. Se apunta a que tiene que haber puertas para entradas y para salidas, se anota que a ser posible se obviarán los descansos en los espectáculos, porque de esa forma se evitará repetir el complicado proceso de hacer entrar y salir al público de nuevo para limar proximidades y contactos.

Todo se complica. Y en la Red Española de Teatros, Auditorios, Festivales y Circuitos de titularidad pública debaten un documento a partir de las órdenes del Gobierno que marcará su futuro con instrucciones precisas, que incluye también las alfombras desinfectantes que habrá de pisar el público nada más acceder. El aspecto de los acomodadores también cambiará: «El personal del teatro que mantenga contacto físico con el público llevará en todo momento mascarilla tipo EPI, guantes y gel líquido desinfectante», reza el documento.

Controlar la distancia de seguridad en según qué funciones se torna complicado, máxime cuando además no tendría mucho sentido que los actores salgan a escena con EPI. De modo que, de no poder respetarse la distancia, «será obligatorio el uso de mascarilla y guantes durante ensayos y montaje, que podrá quitarse solo durante la función, concierto, evento o en el camerino, si éste no es compartido», apunta el documento, que se coloca también en la tesitura de que los actores salgan del escenario. «Si el espectáculo requiere la presencia del artista en platea, esto se hará respetando la distancia de seguridad», anota el texto que habla de aportar todo tipo de elementos de seguridad a las compañías y de la desinfección sintemática de atrezzo y vestuario.

Para lo que aún no hay respuesta es hasta dónde llegará la proximidad en vivo y en directo de los artistas por exigencias del guion. Al igual que para los rodajes de cine, «se atenderá a medidas de seguridad diseñadas para cada caso particular». En algunas reuniones se ha puesto sobre la mesa incluso la posibilidad de utilizar test rápidos para garantizar la salud de los artistas. Pero no hay certezas. O más bien solo hay una inequívoca: no hay virus que pueda con el teatro. Ni con la danza. Ni con la música.