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Voluntarios hizan la bandera de los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984.
Tú a longitud y yo a relevos
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Tú a longitud y yo a relevos

Un lunar en la mejilla destapó un fraude de dos gemelas en Los Ángeles 1984

Javier Bragado

Domingo, 7 de agosto 2016, 18:11

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Madeleine de Jesús era una excelente atleta. La puertorriqueña nacida en el barrio neoyorquino de Brooklin había destacado en pruebas combinadas de atletismo y voleibol. Así, después de varios galardones y de algún récord nacional se inscribió en salto de longitud y como relevista de 400 metros de delegación boricua para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984.

Sin embargo, el sueño olímpico para Madeleine se volvió turbulento. Primero comenzó con el salto de longitud, una competición en la que sólo alcanzó los 5,63 metros, lejos de su mejor marca anterior (6,49). Por culpa de una lesión muscular ni siquiera superó la fase de clasificación. El inconveniente era desalentador porque dos días después debía competir como uno de los relevos de 400 metros de puerto Rico y parecía imposible.

Ante la situación, Madeleine maquinó una trampa de película para no perder la oportunidad. Su hermana gemela, Margaret, había acudido a California para verla en acción. También era atleta y la deportista olímpica consideró que aunque no corría tan rápido como su pariente podía cumplir con el papel complementario. Con la suplantación ilegal no habría problemas por el parecido físico. Hasta el corte de pelo era idéntico. La única condición que pidió Margaret a su hermana fue que nadie conociera el cambio ilegal y en teoría guardaron el secreto a todo el mundo hasta el día de la competición.

La gemela lenta corrió la segunda posta de semifinales con el dorsal de la original y aunque el conjunto fue el último de su manga se clasificó para la final por tiempos. La treta encajó como un guante para que una gemela disfrutara del sueño olímpico en salto de longitud y otra en los relevos del tartán. Pero como en la película de Alfred Hitchcock, el crimen perfecto se complicó. Un periodista puertorriqueño de Associated Press, Luis Varela, se acercó a la falsa Madeleine y se percató de un detalle significativo: un lunar en el rostro. Aquella diferencia que había servido para distinguirlas desde niñas se reveló fundamental en la historia detectivesca del certamen. El noticiero habló con el entrenador puertorriqueño, Colón Alers, y este, escandalizado, decidió revelar el amaño al presidente de su comité. Puerto Rico retiró a su relevo sin hacer pública la trampa hasta un tiempo después, pero sancionó a sus dos atletas con un año de suspensión. El preparador fue castigado de por vida cuando la gemela lesionada aseguró que le había informado de la sustitución de emergencia, según los medios de la época.

Madeleine volvió a competir y después de ganar como saltadora de longitud los Juegos Iberoamericanos con un brinco de 6,96 metros se presentó en Seúl 1988. En Corea del Sur no voló más allá de 6,08 y tuvo que conformarse con el puesto 23 entre los olímpicos sin aparentes cambios de hermana. Retirada como deportista se mudó a Bruselas, donde ejerció como entrenadora de atletismo. En cambio, Margaret no volvió a competir en los Juegos. Ni como titular ni como suplente de emergencia.

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