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Loren se enfrenta al árbitro.
Árbitro noqueado por orden franquista
historias olímpicas

Árbitro noqueado por orden franquista

«Yo ya había hecho muchas peleas y en ninguna se me había ocurrido hacer lo que hice en Tokio pero parece que estás un poco semiforzado por aquello de la defensa de España», recuerda Valentín Loren sobre su agresión al juez en Tokio 1964

Javier Bragado

Jueves, 18 de agosto 2016, 14:14

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Valentín Loren (26-8-1946) es un hombre casi septuagenario que parece que podría volver a saltar al cuadrilátero en cualquier momento. Se mueve ligero y ágil, con la sensación de que carga energía para más de las 24 horas del día. «Es que los 70 años de ahora no son los de antes», comenta con una sonrisa el aragonés después de un par de horas en bicicleta. Amable y educado, cuesta encajarle como el púgil que tiene el dudoso honor de haber golpeado a un árbitro durante unos Juegos Olímpicos. Hasta que explica que fue fruto de la juventud y de la presión del dictador Francisco Franco.

«Los del boxeo estuvimos concentrados en El Pardo. Primero estábamos en Colmenar Viejo (una localidad al norte de Madrid) y parece que la concentración no gustaba mucho al presidente de entonces, Vicente Gil, que era militar, teniente coronel, presidente de la Federación Española de Boxeo y el médico particular de Franco», comienza Loren para contextualizar la situación que se vivió en Tokio 1964. «Nos montaron el pabellón entero con un gimnasio y entonces ya no podíamos salir por la puerta solos», recuerda sobre la mudanza a las instalaciones junto a la residencia del dictador, a quien mantiene la prudencia de llamar «el que mandaba».

«La presión comienza antes de salir porque también nos recibió Franco a los cuatro olímpicos (Senin, Barrera Corpas, Velázquez y Loren) y a Vicente Gil. Nos recibió en su despacho en privado. Sólo teníamos que cruzar unas puertas porque estábamos durmiendo al alado y éramos vecinos», empieza con algunas risas antes de afrontar el asunto serio. «Nos dio un poco la arenga de España esa y todo eso te lo meten con 18 que tenía y claro, te dices 'Aquí no se me ríe nadie', que quizás después fue esa un poco la reacción mía al agredir al árbitro», repasa el aragonés.

«En la anterior Olimpiada en Roma parece ser que no habían salido muy bien los boxeadores españoles. Hubo bastantes robos, bastante descarados. Vicente Gil nos dijo que esto no iba a pasarnos en Japón y como a nosotros nos iban inculcado aquello de 'España, España, España', ya vas un poco...», apunta antes de defenderse. «Porque yo ya había hecho muchas peleas y en ninguna se me había ocurrido hacer lo que hice en Tokio, pero parece que estás un poco semiforzado por aquello de la defensa de España y de que 'España, España', y de que las banderas tienen que subir a lo más alto del mástil», enumera sobre las instrucciones antes de su viaje de 23 horas con varias escalas hasta el país nipón con compañeros que serían campeones de Europa o del mundo pero que no consiguieron medallas allí. «Te sorprende todo. Era aquello tan enorme... No era un cuadrilátero como el que peleabas en el Palacio de los Deportes en Madrid o en Barcelona. Nos sorprendió bastante porque éramos jóvenes. Joven era yo, que con 18 años me hicieron pasar y aun la cosa estuvo un poco en puertas», señala sobre su impresión de los primeros Juegos Olímpicos de la electrónica.

El combate

Más allá de su asombro con los trenes elevados, los rascacielos y los electrodomésticos de última generación, el recuerdo que más se le solicita que repita a Valentín Loren es el del combate contra Hung Chang. «Yo llevaba una iniciativa detrás pegando. Pam, pam, pam. Yo he sido muy fajador. Iba mucho a cortar siempre pegando abajo, abajo, abajo; de cintura para arriba, pero abajo y parece ser que en alguna ocasión me debió de advertir que levantara más la cabeza, pero sin llegar a infringir más que eso», adelanta y cuenta el suceso como si lo estuviera viviendo de nuevo con Vicente Gil a su espalda. «No sé si a la segunda o a la tercera advertencia porque llevaba yo la iniciativa, pero chico, parece que el resultado puede ser a favor... pero cuál fue la sorpresa cuando levantó el brazo el otro... y entonces ya en el rincón parece ser que hubo alguna voz que dijo: 'Esto no se puede aguantar, estos árbitros tal'; y parece que ya te empujan un poco... 'Este árbitro no sale vivo de aquí' son palabras que se oían desde el rincón y te empujan un poco a darle al árbitro y ahí le agredí», reconoce sobre su derechazo a la mandíbula del juez húngaro Gyórgy Sermer.

La reacción del público japonés fue apreciada por Loren. «El público se comportó bien, no se puede decir que tiraron sillas dentro del ring. Esto sentó mal a los de arriba, al presidente del deporte, (Juan Antonio) Samaranch, que mandaba mucho porque sustituyó a (José Antonio Elola) Olaso, que también venía de Falange», indica sobre algo que, según él, se habría quedado en un simple chascarrillo y no le habría supuesto la prohibición de de por vida en el mundo amateur que le impidió acudir a los Juegos del Mediterráneo de 1965. «El público no se lo tomó como para castigarte. Parece que a ellos les llegó también aquello de hay que ser un poco rebelde y ante las injusticias 'yo haría lo mismo'. No le pareció del todo mal. Ahora, a los de más altos cargos parece que sí. 'Esto no se puede hacer', decían, pero en general quedaba como una anécdota», sostiene quien por las sanciones se vio obligado a pasar al profesionalismo porque «tenía que pagar una pensión». En cambio, el argentino José Chirino, que había golpeado a un árbitro tres días después de que lo hiciera el español, sólo recibió una sanción de tres años porque se disculpó dentro del cuadrilátero.

El aragonés colgó los guantes con 27 años en una España en que el boxeo contaba con muchos aficionados. A pesar de su retirada temprana, Valentín Loren no perdió la forma y hoy todavía se mueve como ese peso pluma que disputó 42 combates como profesional y fue campeón de España. También es ágil para responder sobre la anécdota olímpica de la que no se esconde. Ya pidió disculpas al día siguiente ante el público japonés y hoy espera que se comprenda el contexto en que se vivió la situación. Eso sí, también considera que ese combate lo había ganado él.

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