La peor sequía en décadas abrasa los pastos de Asturias y tensiona a los ganaderos con costes añadidos
En junio llovió en Asturias un 59% menos de la media; en julio un 28% y en agosto un 64%. Las fuentes se secan y los ganaderos tienen que comprar paja y pienso y bombear agua
Subiendo a las campas de Alba, en Quirós, con uno de los ganaderos que tiene su cabaña en lo que solían ser pastos ricos de ... verano, vemos una vaca meter la cabeza a fondo entre un matorral de duros espinos. Muge con fuerza, quejándose: «Está buscando a ver si hay algo de hierba debajo, están desesperadas». Del arroyo que suele recorrer la campa quedan apenas algunos charcos de barro y tierra cuarteada. El verde que se percibe alrededor corresponde o bien a árboles, o al matorral incomestible que se va enseñoreando poco a poco de los montes.
¿Qué ocurre? El ganadero lo aclara: «La 'seca' de este año hace décadas que no la vemos». El argumento se repite. La semana anterior, en el valle de La Pornacal, en Somiedo, los ganaderos de la zona le decían lo mismo al consejero de Medio Rural, Marcelino Marcos, que había acudido a hablar con ellos de prevención de incendios y de ayudas para el forraje para quienes hubiesen perdido pasto o paquetes y bolas de forraje por los fuegos. 800.000 euros en una primera partida cuya gestión el Gobierno promete agilizar.
Pero el pasto no desaparece sólo por los incendios. La sequía está generando una situación muy dura en el campo. Y no sólo en los pastos de verano.
La realidad de los datos
¿De verdad hay sequía? Acudimos a los registros de la Agencia Estatal de Meteorología, cuyo responsable en Asturias, Ángel J. Gómez, lo pone en cifras. En junio «se recogieron 28,4 litros por metro cuadrado, un 59% menos de la media de ese mes desde 1991. Ha sido el séptimo junio más seco registrado en Asturias desde 1961». En julio se recogieron 31 litros por metro cuadrado, un 28% menos de lo normal. Y agosto fue «extremadamente seco en promedio. Se recogieron 19,4 litros por metro cuadrado, que equivale a un 64% inferior a lo esperado. Es el sexto agosto desde 1961». Ninguno fue de récord, pero la confluencia de tres meses que se pueden considerar de sequía complica mucho las cosas en el campo.
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«En el puerto hay comida, pero estamos sin agua y bombearla es caro»
Consecuencias en el campo
El nuevo presidente del Consejo Agrario regional y líder de URA, Borja Fernández, es ganadero de vacuno de carne. Pendiente de su primera reunión con Adrián Barbón, el próximo 8 de octubre, plantea la situación: «Estamos cebando animales hace un mes con rollos que son para gastar en otoño, porque no hay pastos. Los que se segaron deberían de estar para meter vacas, pero al no haber agua, no desarrollaron». No hay comida para el ganado en el campo, y hay que tirar de forraje.
Por otro lado, «en varios puertos hubo que bajar el ganado en agosto porque no hay agua para que el ganado beba. En Bulnes, ya hablamos con el Parque Nacional porque están los abrevaderos secos. Los ganaderos de Cabrales tuvieron que bajar el ganado porque no tenían para beber». Esto implica sobrecostes para el ganadero: «Claro, se está gastando lo que teníamos almacenado de cara al invierno. Va a haber que comprar y esta semana ya subieron los precios del forraje en la lonja de León, porque falta pasto por la sequía y también falta por los incendios recientes».
Es un «coste de producción añadido ante el que URA »ya tiene encargado un informe técnico a un ingeniero agrónomo y a un nutrólogo. Vamos a solicitar ayudas por la sequía, pero no como las de 2023, que eran muy escasas. Vamos a presentar un informe técnico en condiciones«.
Cultivos de maíz secos
Habla Fernández también de que la falta de agua está dañando «a los cultivos de maíz forrajero, que se quedarán en el 40% de producción, aproximadamente», lo que llevará a los ganaderos que intentan ajustar los costes mediante el autoabastecimiento a volver a tener que comprar forrajes y piensos. Y ello, «pese a que la Confederación se está portando bien y dejando coger agua de los ríos», que también sufren la consecuencia de un invierno en el que las precipitaciones en forma de nieve han sido escasas e incluso nulas en algunas zonas. No hay deshielo, no hay un aporte constante de agua a la red fluvial.
El alcalde de Amieva, también ganadero, Carlos Salazar, coincide: «Los prados, después de la primera siega, no echaron pación por falta de agua. Están 'quemados' y tienen poca comida. Habrá que empezar a cebar primero de lo recogido». En los pastos hay menos comida de lo habitual, y la que hay está muy seca. «Lo que sí necesitaríamos es que lloviese para que suavizase la comida que dejó el sol, que es mejor que la que trae el agua. Si lloviese ahora la cosa se podría ir recuperando poco a poco», afirma el alcalde beyusco.
Los sobrecostes, en euros
Juan Carlos González, ganadero de Villar de Vildas que tiene también unas 40 hectáreas de prados en Grado, ilustra: «En La Pornacal los pastos están secos, pero es que nuestra finca de Grado está peor. Las fuentes que no secaron agonizan. Un amigo de Tineo está teniendo que cebar a unas 80 vacas, lo que supone cuatro o cinco bolas de silo al día, a unos 30 euros la bola. Haz cuentas». Entre 12.000 y 15.000 euros de sobrecoste en un verano para 80 animales.
Precisamente en Tineo, en Corniella, Pablo Bueno y Fátima Rodríguez luchan por mantener sus vacas de leche y sus caballos de carne. Explican que en sus praderías, a 520 metros de altitud, «todo está seco, así que tenemos que darles silo de hierba y pienso. Por cada vaca de las que tenemos fuera, hay un sobrecoste diario de unos cuatro o cinco euros, las secas, y unos nueve euros al día para las que están produciendo leche». Eso, por no hablar de los porteos de cubas de agua que hay que llevar para los animales que están en extensivo, sin surgencias aprovechables.
La transhumante Lucía Velasco ya ha bajado su ganado de Somiedo a Las Regueras. En Perlunes y la braña de Cerreo no quedan pastos, cuando lo habitual es que complete el verano allí arriba. Lucía, que luchó codo a codo con su padre contra los incendios de Perlunes-Gúa-Caunedo, anota que «lo poco que hay no lo comen las vacas, porque está seco y muy duro. Se está cebando con rollos de hierba, y los paquetones y todo sube mucho la comida de precio. El paquetón subió más del doble», afirma. Además, sin agua, las vacas bajan en producción de leche, y los terneros que aún maman pierden peso. Más pienso que gastar.
Desde Llanes, Xuan Valladares, ganadero, concejal y líder de Asturias Ganadera, habla de «fuentes que se secaron en el monte. Después del primer corte de hierba no creció nada, y muchos prados estaban amarillos en agosto. El ganado deja de pacer donde no hay agua y complica el manejo».
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