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Ventura y Telles, primeras Puertas Grandes
Fue la corrida que todo rejoneador sueña. El máximo triunfador fue el sevillano, superlativo en ambos turnos, aunque el cavaleiro luso también dejó una grata impresión
Fue la corrida ideal. Esa que todo rejoneador o cavaleiro sueña para hacer el toreo a caballo. Porque su calidad no estuvo exenta de vibración ... para que cuanto se les hiciera llegara al tendido, y su ritmo tampoco fue almibarado, sino que tuvo transmisión y raza. Así es más fácil, dirán algunos. Depende. Un gran toro siempre enseña las costuras de los malos toreros, y los de hoy en El Bibio hubieran dejado al descubierto las vergüenzas de cualquiera. Porque no era fácil, artísticamente, estar a la altura de su excelencia.
Sucedió que los tres maestros tienen su carnet muy en regla, y los tres dejaron constancia de sus cualidades en una gran tarde donde se reivindicó el rejoneo de alta escuela. El máximo triunfador fue un Diego Ventura superlativo en ambos turnos. Primero cuajó al segundo, ya desde el inicio. Una obra redonda desde que paró al toro con Guadalquivir, para luego subir el nivel con Nivaldo en banderillas y sobre todo con Bronce, caballo mayúsculo, figura en lo suyo, con el que templó las embestidas a la perfección, y, sin cabezada, puso un par a dos manos soberbio. Cerró con cortas al violín montando a Brillante y después de un rejonazo casi fulminante cayeron las dos orejas.
Pero, con todo, tuvo más mérito lo del quinto, que salió más distraído, y le puso las cosas más difíciles al sevillano. Le tuvo paciencia el centauro de La Puebla del Río, dio celo al astado, y lo acabó reclutando para la causa con Quirico y Quitasueños, que estuvieron colosales en otro gran tercio de banderillas. Cerró con cortas al violín a lomos de Guadiana. Solo cortó una oreja por un pinchazo previo al rejonazo definitivo.
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Bravo de verdad el tercero, con el que anduvo a un gran nivel João Telles. Ya exhibió el toro buen galope de salida y lo paró el cavaleiro luso con gran pureza, pero fue en el tercio de banderillas donde la obra alcanzó su cenit con el concurso de Gaiato, que se adecuó de maravilla a la condición del astado. Se fue de frente, con pausado galope para batir con gran clase al pitón contrario. Después de una rueda de cortas, acertó al primer envite y cortó una oreja de peso.
Cerró plaza otro toro con cualidades y virtudes con el que volvió a dejar una grata impresión el cavaleiro de Torrinha, por la despaciosidad con que interpretó el toreo, siempre muy reunido con su oponente, clavando con clase al estribo. Tiró sin puntilla al toro con Boca de Miel y paseó otra oreja más antes de salir en hombros con Ventura y su padre Joâo Ribeiro Telles, hijo del maestro David, como representante de la ganadería.
Rui Fernandes fue el único en irse a pie, fundamentalmente por sus fallos con el rejón de muerte en el primero, toro de excelente estilo al que paró con elegancia. Destacó en banderillas su caballo El Dorado, sobre todo en las batidas y en un templado galope de costado, y en menor medida Mistral, aunque a la gente le llegaron mucho sus piruetas después de los embroques. Cerró con una rueda de cortas a lomos de Iceberg y saludó después de fallar con el rejón de muerte.
Muy en Murube el cuarto, de morrillo astracanado y frente acarnerada, fue otro toro que tuvo gran clase. De la faena de Rui Fernandes, seguramente la menos redonda del espectáculo, sobresalieron algunos pares –los primeros– con H Quiebro. Después de medio rejonazo, que fue suficiente, hubo tímida petición y recorrió el anillo el lisboeta.
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