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Razones por las que fueron a la manifestación del 8M en Gijón

Aida Collado

Gijón

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Sábado, 9 de marzo 2019, 04:26

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Fatimetu Bechri Cori y Nama Mohamed Cori

«Nosotras sufrimos una doble discriminación, la machista y la racista»

Todas las mujeres que ayer esperaban la salida de la manifestación feminista desde la plaza de El Bibio tenían mucho que reivindicar. Pero Fatimetu Bechri Cori y Nama Mohamed Cori lo hicieron por partida doble. «Queremos llamar la atención sobre las mujeres, en general, pero también y de forma muy especial sobre las mujeres saharauis». Por eso, este año repiten en la marcha, con las mismas pancartas y proclamas.

«Nosotros somos refugiados y eso nos coloca en una situación especialmente sensible», explican ambas mujeres, de 42 y 29 años. Fatimetu lleva ya una década en Asturias y Nama, 7 años. Aún no se han acostumbrado a que las miren «raro» por la calle. No es que el racismo, explican, tenga género. «Pero nosotras somos mucho más visibles, por el pañuelo», así que lo sufren más. «Cuando preguntas por una calle, nadie sabe nunca nada y se van casi sin dirigirte la palabra. Cuando vas al supermercado, te vigilan porque piensan que vas a robar algo», lamentan.

Desde la plaza de toros de Gijón hablan orgullosas de su pueblo: «Hay mujeres fuertes administrando los campamentos, hay mujeres policías, maestras, médicas... La mujer siempre tiene derechos».

Y defenderlos es lo que las llevó ayer a la calle. «La vida no nos ha hecho desiguales. Somos todos iguales y hay que demostrarlo».

Marina Martínez y Cora Rodríguez

«Voy a ser lo que yo quiera ser. Voy a ser bombera»

«Voy a ser lo que yo quiera ser. Voy a ser bombera». El cartel que llevaba con el puño bien cerrado, no fuera a caerse, Marina Martínez, de cinco años, era toda una declaración de intenciones. Como el de su amiga, de la misma y tierna edad, Cora Rodríguez, que por cierto aspira a ser veterinaria. Aunque el suyo escondía en la ortografía una doble intención: «Libre-mente». Libertad de mente, pues, para estas pequeñas ovetenses que tenían clarísimo para qué habían acudido a la manifestación gijonesa: «¡Para protestar!». Estas alumnas de tercero de Infantil necesitaron solo un poco de ayuda de sus madres para completar la reivindicación. ¿Para protestar por qué? «¡Por nuestros derechos!», se apuraron a contestar. Las adultas que las acompañaban sabían que hay mucho de educativo en su participación. «Lo hacemos para que se empapen. Porque esta lucha es por nuestro presente y por su futuro».

A su lado, Vera Marín, de primero de la ESO, analizaba con madurez la cita: «Tenemos que ir avanzando poco a poco». Aún queda por hacer. «Noto machismo en la música y, también, en que es preocupante que a esta edad todavía tengamos que estar explicando a los niños de clase, que ya tienen doce años, que el feminismo defiende la igualdad y no la superioridad».

Esther Barbón, de Puxabatuque

«Sin igualdad económica no podremos alcanzar el resto de libertades»

Llegaron de Oviedo y de Langreo en autobús para dar «visibilidad» a la mujer. Pero más que vérselas, que se las vio, lo que se hicieron fue hacerse oír en muchos metros a la redonda. Más de treinta mujeres –y hombres– de Puxabatuque, con sus tambores y bombos a cuestas, calentaban motores en El Bibio antes de comenzar la marcha. Una de ellas, Esther Barbón. «Somos diferentes colectivos que nos juntamos el 8 de marzo, porque hoy es un día para unirse y reivindicar en conjunto,para defender la igualdad de derechos», explicó.

Ella, como muchos de los miembros de su grupo, es sindicalista. «Por eso hacemos especial énfasis en los derechos laborales. Sin igualdad económica no podremos alcanzar el resto de libertades», amplió elevando la voz sobre la música de sus colegas. Y por eso, Barbón, que milita desde hace más de veinte años en CC OO, instó a «pelear por una ley retributiva justa, porque sigue existiendo brecha salarial y la mayor parte de las excedencias las toman las mujeres».

Sabe que además de los elementos puramente económicos, hay más por lo que luchar, «como la eliminación de la lacra de la violencia machista» de una vez por todas. Su batucada se llama 'Marcamos el ritmo', porque «hemos avanzado mucho, pero todavía queda muchísimo por hacer», reconocía al echar a caminar esta orientadora laboral.

Giada Rossi

«Debemos reivindicar la igualdad en todos los ámbitos de la vida, no solo en la ley»

Si hubo un colectivo que estuvo bien representado en la gran manifestación feminista de Gijón fue el de mujeres jóvenes. Las estudiantes, que a lo largo del día convocaron sus propias concentraciones, no faltaron a la cita de El Bibio, a la que acudieron de forma masiva. Así lo hizo la italiana Giada Rossi, que llegó a Asturias desde la región del Véneto directa al campus del Milán, para cursar un máster en estudios de género. A la marcha acudió en autobús de línea regular acompañada de «sus compañeras de máster y su compañero de vida». Él también llevaba un cártel. 'Lo que ellas digan', rezaba.

Y lo que ellas pedían era «¡Todo! ¡La igualdad lo comprende todo!». El gran reto es llevar esa igualdad «a nuestras vidas, no solo a la ley». A la calle y el interior de los hogares, porque no siempre la vida pública y la privada van de la mano. Sobre todo, destacó Giada, «queremos ser libres para reivindicar nuestros cuerpos, queremos tener las mismas posibilidades que los hombres, no tener miedo cuando volvamos a casa, follar si queremos y con quien queramos». También, llevar la perspectiva de género a la educación. «Para que podamos estudiar a todas las escritoras, a todas las pintoras... que hoy por hoy no se estudian, como si no hubiesen existido». Y avanzar en la implantación de «un lenguaje inclusivo. Que lo masculino no sea lo femenino».

Mariluz García-Faes, María López e Irene

«Ya sacaba a mi hija y, ahora, ella trae a mi nieta. Lo mamaron en casa»

Si algo tuvo la movilización del 8 de marzo fue diversidad entre quienes participaron en ella. Carricoches tuneados, mascotas, jóvenes, mayores y familias enteras, que convirtieron la marcha en un encuentro intergeneracional. Es el caso de Mari Luz García-Faes, que acudió a la manifestación con su hija, María López, y su nieta, la pequeña Irene, de solo seis años. «Yo ya sacaba a mi hija y, ahora, ella trae a mi nieta. Lo mamaron en casa», cuenta orgullosa.

«Hay que seguir luchando, porque la realidad es que estamos muy lejos de llegar a acabar con el patriarcado. Por esa razón llevamos muchos años saliendo a la calle», completa su hija.

María tiene más que claro que «hay que contar con el talento y el trabajo de la mitad de la población», del mismo modo que hay que reconocer sus logros. Pero, como apunta Mariluz, «en esta vida nadie regala nada, todo lo tienes que luchar tú». Su objetivo, al marchar desde El Bibio al Humedal, no es otro que conseguir que Irene «tenga una educación no sexista». Que en su mundo, no tan lejano en el tiempo, «no viésemos hombres o mujeres, solo viésemos personas».

Para ello, la pequeña iba cargada con globos morados, un pito y una trompeta. Dispuesta a hacer ruido. «¡Que viva la llucha de les muyeres!», dijo la niña, a modo de conclusión. «Ye que va a asturiano», zanjó la orgullosa abuela.

Tere Peláez y Espe Martín

«Cantamos 'nosotras parimos, nosotras decidimos' hace ya 40 años»

Desde Arriondas, en autobús, llegaron Tere Peláez, Espe Martín y su grupo de amigas, todas en la sesentena. Todas, mujeres trabajadoras. «Sin pancartas de sindicatos ni partidos». Por libre. «Porque hoy es el día de la mujer», sentenciaron. Ellas tienen experiencia en estos lares y saben que no pueden relajarse. «Hubo muchos avances, pero no queremos ni podemos volver atrás. No podemos dejar que nos lo quiten», defendían al inicio de la manifestación.

Ellas, dicen entre risas, sí que son «las hijas de las brujas que no pudieron matar». Forman parte de la generación «estafada». La primera en incorporarse masivamente al mundo laboral, pero con todas las obligaciones de sus precedesoras en casa, cuando nadie hablaba de la equiparación de tareas en el hogar. «Somos las que curramos dentro y fuera. Muchas veces, somos las que conseguimos que otros suban sin que nadie nos tenga en consideración», lanzaron.

Justo antes de desaparecer entre la ingente marea morada, se mostraban «preparadas para todo y listas para gritar». Fuelle tienen para rato y, además, «estamos más que acostumbradas», confesaron entre risas. «Nosotras ya cantábamos eso de 'nosotras parimos, nosotras decidimos' hace cuarenta años», zanjan. Y tienen la firme intención de seguir haciéndolo muchos años más.

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