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Desde que se comenzara a hablar del plan de descarbonización de las plantas asturianas, Arcelor advirtió de que conllevaba un recorte de empleos. ... A más automatización y tecnología más moderna para optimizar el proceso, menos necesidad de mano de obra. Esta es la tesis que sostiene la siderúrgica y que, junto al «deterioro de la actividad de la compañía en los últimos años», motivó la aprobación de un expediente de regulación de empleo (ERE) de extinción –respaldado por UGT y USO–, con una garantía salarial de hasta el 80% de la retribución bruta, en mayo del pasado año para dar salida al personal nacido en 1962, que en años anteriores se habría ido mediante contrato relevo.
La multinacional ya negocia con los sindicatos los planes de productividad y reorganización para poder amortizar 131 puestos de trabajo en diferentes áreas, todas ellas ligadas a la producción. Una parte de su labor se automatizará, pero en otros casos la actividad se repartirá entre otros empleados, con el consiguiente impacto entre los eventuales que ocupaban puestos que ahora desaparecerán. Aunque tendrán una nueva oportunidad con la llegada del periodo vacacional.
De las propuestas presentadas hasta ahora por la empresa a los representantes de los trabajadores, la que más reducción de empleos supone es la relativa al servicio de calidad, con 14 puestos a eliminar entre Gijón y Avilés. Las partes han mantenido varias reuniones para intentar acordar el reajuste de tareas y la compañía ya ha instado a los sindicatos a agilizar la negociación para cerrarla. El rediseño incluye la externalización de trabajos y la automatización de procesos.
También se ha iniciado el diálogo para abordar un plan de reorganización de la acería de Gijón, con el que se pretenden suprimir diez puestos, entre ellos el del segundo gruista de evacuación y el de operador mantenedor de colada continua. Sus funciones las asumirán otros trabajadores. No obstante, cuando se ponga en marcha el nuevo horno híbrido de arco eléctrico de esta acería –en el primer trimestre de 2026, según los cálculos de Arcelor– será necesario acometer otro plan para reorganizar la actividad, ya que las operaciones cambiarán por completo, al dejar de trabajar con arrabio para pasar a utilizar prerreducidos de hierro (DRI) –que tendrán que ser importados si no se materializa la planta prevista para Gijón– y chatarra para producir el acero que luego se laminará en los correspondientes talleres. Los sindicatos temen que el recorte de puestos sea muy elevado en un área en la que ahora trabajan alrededor de 300 personas.
Igualmente ha comenzado a implementarse la nueva definición de tareas de la acería de Avilés, que ya se empezó a diseñar en 2022. Arcelor también ha presentado su propuesta para el tren de bandas en caliente (TBC), de donde sale bobina laminada que luego se procesa para convertirse en hojalata o acero galvanizado. El ajuste afectaría a diez puestos de trabajo. Estos son los planes de recorte de empleos que ya están sobre la mesa, pero no serán los únicos. Según comunicó Arcelor a los sindicatos durante la negociación del ERE, su objetivo es efectuar también amortizaciones en los hornos altos y los sínter, tren de alambrón, tren de carril, las baterías de cok, el departamento de energías, el de mantenimiento y transportes y hojalata. Se da la circunstancia de que en algunas de estas instalaciones ya se han producido reorganizaciones y amortizaciones de empleos en los últimos años.
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Dentro de esta reorganización, se abordó un primer plan en el tren de chapa, pero ahora se negocia uno nuevo. La compañía comunicó la pasada semana a los sindicatos que ha estado trabajando en la mejora de esta instalación por considerarla «estratégica». Para ello, plantea externalizar las funciones del maestro de reaplicado a la empresa SEM, que ya se ocupaba del resto de estas tareas; crear un puesto adicional de operario de ultrasonidos, e informatizar las grúas para realizar el seguimiento de las chapas mediante pantallas.
La empresa vincula la aplicación de estos planes de productividad al abono del 0,75% variable del salario acordado en el convenio colectivo, alrededor de 350 euros brutos. Una cantidad que, por contra, cobrarán con la nómina de febrero los trabajadores de la planta de Sagunto, al considerar Arcelor que se han cumplido los objetivos de 2024.
A estos 131 empleos que se pierden en las plantas asturianas hay que sumar los derivados del cierre del sínter 'B', que finalizará su actividad este año por el compromiso ambiental alcanzado entre Arcelor y el Principado. Así como del apagado del horno alto 'A', para el que todavía no hay fecha, aunque la siderúrgica ya se plantea tener que operar con un solo horno a partir de 2026 para intentar mantener la competitividad de las factorías y captar así la inversión para electrificar la acería de Avilés, al igual que ya se está haciendo en la de Gijón.
La plantilla de Arcelor, que ronda los 4.800 trabajadores en la región, adelgazará aún más con la deslocalización de parte de los servicios administrativos a India. El anuncio realizado la pasada semana y que afectará a las plantas europeas cayó como un jarro de agua fría por inesperado. Se desconoce el impacto de esta deslocalización en cada país, pero dentro de España el grueso de estos servicios se encuentra en Asturias.
Es una ambición que Arcelor mantiene desde hace años: que sus factorías asturianas lleguen a la proporción de producir mil toneladas por cada trabajador. El matiz está en la forma de conseguirlo. Si bien tiempo atrás apostaba por elevar la fabricación de acero hasta los cinco millones de toneladas anuales –actualmente produce alrededor de 4,2 millones–, ahora la caída de la producción por la debilidad del mercado y la descarbonización la lleva a ajustar la plantilla. Los planes verdes acarrearán que la capacidad productiva se reduzca aproximadamente un 40% con el cierre del horno alto 'A' y del sínter 'B' y la electrificación de la acería de Gijón. Para empeorar la situación, la siderúrgica ha decidido paralizar la inversión de planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI), lo que encarecerá el proceso al tener que importar este material.
De ahí que sindicatos y administraciones reclamen a Arcelor que también construya un horno eléctrico en Avilés y aliviar así una pérdida tan elevada de producción. Las fuentes sindicales difieren sobre el objetivo real de la siderúrgica: unas apuntan a descender hasta 4.250 trabajadores en 2030, mientras que otras tiran más por lo bajo, hasta los 3.500 para fabricar 3,5 millones de toneladas mediante la operación con un solo horno alto y la puesta en marcha de la acería eléctrica de Gijón para abastecer a los trenes de carril y alambrón. «Solo entonces podría presentarse el proyecto de un acería eléctrica para planos en Avilés», señalan estas mismas fuentes. No obstante, el futuro de la siderurgia asturiana aún está en el aire, al igual que la de toda Europa.
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