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La entrada de renovables en el mix abarata la factura eléctrica. De ahí que muchas empresas realicen su planificación anual aumentando la actividad en abril ... y mayo, meses en los que ya entra con más fuerza la fotovoltaica, gracias a que los días son más largos; también se puede tirar de la hidráulica, sobre todo si se trata de un año lluvioso como este; la eólica funciona y, además, aún no se dispara el consumo del verano por los aires acondicionados. Es el combo perfecto. Hasta que llega un apagón como el del pasado día 28 de abril. Sin que se hayan desvelado aún las causas concretas, desde ese día el operador del sistema está tomando precauciones para que las tecnologías asíncronas de generación, como la eólica y la fotovoltaica, cuenten con más respaldo de las síncronas –ciclos combinados, hidráulica y nucleares– de forma que se garantice una mayor estabilidad. Y todo ello supone un sobrecoste que la ministra de Energía, Sara Aagesen, ha calificado de «mínimo», pero que para las electrointensivas, cuya competitividad depende en buena medida de la factura de la luz, es un duro golpe. Fueron, además, estas empresas las más damnificadas por el corte de suministro, ya que el impacto en su actividad es mucho mayor.
Y todo esto está teniendo otro efecto en la factura: el coste de los servicios de ajuste del sistema se está disparando hasta niveles de récord. De una media en abril de 19 euros/MWh se pasó en los primeros días de mayo a 35 euros/MWh. Hace cinco años apenas eran dos euros.
Frente a esto, desde el Gobierno se defiende que el precio de la luz en el mercado mayorista en España sigue siendo muy inferior al de hace unos años y se mantiene muy por debajo del coste que tiene la electricidad en grandes potencias como Alemania. La propia ministra defendió el jueves que se había marcado de media 16,8 euros/MWh frente a los 100 del país germano. Sin embargo, hay que tener en cuenta que gran parte de la factura no corresponde a ese precio de mercado mayorista, sino a otras cuestiones como impuestos, los peajes o esos ajustes del mercado. De hecho, según el barómetro de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (Aege), correspondiente al mes de abril, la factura por el consumo de energía eléctrica para este tipo de compañías en España es un 154% más cara que en Francia, y un 32% más elevada que en Alemania.
Porque, además, llueve sobre mojado para estas compañías, que vieron cómo con el primer rechazo al decreto ómnibus en el Congreso, en el que se recogía la subida de las pensiones, ayudas por la DANA o la prórroga del salario mínimo interprofesional, también decaía la prórroga del descuento del 80% en los peajes de acceso a las redes de transporte y distribución para las electrointensivas. La mayoría de estas medidas fueron aprobadas apenas una semana después en una nueva votación, pero ese apoyo vital para la industria se quedó fuera, lo que implica directamente una subida de alrededor del 6,5% en la factura.
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