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La falta de financiación que está ahogando a las ingenierías especializadas en proyectos llave en mano suma una nueva afectada en la región. Imasa publicó ... este lunes un comunicado en el que reconoce que está renegociando su deuda y que, además, busca un socio inversor. La compañía, con 45 años de historia, cuenta con una plantilla de 800 trabajadores y, aunque cada una con sus particulares circunstancias, se suma a Duro Felguera y a TSK en la búsqueda de colaboración externa en un contexto muy difícil para el sector.
«Imasa Ingeniería y Proyectos está llevando a cabo un proceso estratégico para reforzar su posición financiera y consolidar su proyecto de futuro mediante la incorporación de un socio inversor», explica la empresa, que señala que cuenta ya con el asesoramiento de un banco de inversión especializado y que trabaja activamente desde hace varios meses en la búsqueda «del inversor más idóneo para que se incorpore al capital de la compañía con el objetivo de fortalecer su patrimonio neto, impulsar su crecimiento y facilitar el acceso a los medios financieros necesarios (líneas de financiación y avales) para el desarrollo de su plan de negocio».
Paralelamente, Imasa negocia la reestructuración financiera de su deuda «orientada a garantizar la viabilidad a largo plazo de la empresa, preservar el empleo y reforzar su compromiso con los proyectos en curso». Se da la circunstancia de que el principal acreedor de la compañía es la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que le concedió un préstamo de 35 millones de euros mediante el Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, que se creó para apoyar a las compañías que tuvieran ese carácter y que hubieran sufrido especialmente los estragos de la pandemia en su negocio.
«Como parte de esta estrategia, el pasado 9 de enero la sociedad comunicó ante los Juzgados de lo Mercantil de Oviedo el inicio de negociaciones con sus acreedores, conforme a lo previsto en el artículo 585 del TRLC», en referencia al Texto Refundido de la Ley Concursal, reconoce Imasa, que explica que las negociaciones continúan avanzando y, por tanto, se ha solicitado una prórroga adicional de tres meses al plazo inicial previsto en la citada ley. «Esta prórroga fue acordada por el juzgado recientemente, permitiendo así continuar con la negociación que permita la próxima materialización de un plan de reestructuración equilibrado y sostenible», argumenta.
La cartera de proyectos de la ingeniería ronda en la actualidad los 100 millones de euros, una cuantía que, según Imasa, «constituye una base firme sobre la que seguir construyendo su futuro». Adicionalmente, cuenta ofertas en curso y tiene oportunidades de negocio detectadas en las que trabaja comercialmente por más de mil millones de euros.
Además, la sociedad continúa ejecutando los contratos y proyectos en curso como ha venido haciendo hasta la fecha. En este sentido, concluye que seguirá avanzando para reforzar su posición en el mercado y continuar generando valor para sus clientes, empleados, proveedores y socios.
De este modo, la situación de Imasa se une a las ya conocidas de otras ingenierías como Duro Feguera y TSK. La primera, en preconcurso de acreedores, arrastra una década en crisis, derivada de proyectos problemáticos y una mala gestión, que se agravó con las dificultades que afectan a todo el sector. TSK, por su parte, busca un inversor para seguir creciendo que incluso podría suponer la venta total de la empresa por parte de la familia García Vallina. De momento se ha dado el mandato a Santander y Stifel para buscar comprador para el grupo con una valoración de entre 500 y 600 millones y ya ha trascendido un interesado, el coloso Energy China. Además de estas, otra de las grandes ingenierías en la región es Isastur, que también recibió el apoyo de la SEPI con un préstamo de 40 millones de euros.
Frente a otro tipo de negocios, en el de las empresas 'epecistas' –que realizan proyectos llave en mano o EPC ('Engineering, Procurement and Construction')– hacen falta dos facilidades financieras: avales de fiel cumplimiento y líneas de circulante para sufragar la propia ejecución de los proyectos. Sin embargo, más allá de las circunstancias particulares de cada una de las compañías, el problema común que sufren es que la banca les ha cerrado el acceso a financiación o, al menos, se la pone muy cuesta arriba al considerar que hay un riesgo alto. De ahí la crisis en la que se encuentran en la actualidad y que amenaza un sector histórico en la comunidad.
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