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La transición energética traía consigo un aluvión de proyectos para modernizar la actividad, impulsar el despliegue de las renovables y desarrollar un tejido productivo alternativo. ... Pero las economías mundiales se han visto trastocadas por distintos acontecimientos, desde una pandemia hasta conflictos bélicos, geopolíticos y comerciales, que han dado un vuelco a las previsiones de las empresas. En los momentos de incertidumbre, la banca endurece las condiciones para facilitar financiación, sobre todo en aquellas operaciones que considera más arriesgadas. Uno de los sectores más damnificados por esta coyuntura es el de las ingenierías, por lo que exploran nuevas vías de crédito que impidan la caída de las empresas y la parálisis de la actividad. Durante la emergencia sanitarias por la covid, el Ejecutivo central creó el Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, que concedió ayudas millonarias para impedir la quiebra de compañías con una importancia capital en la economía española, en su conjunto, o en los territorios en los que estuviesen ubicadas.
Es el caso de Duro Felguera, Imasa e Isastur. La primera consiguió el acceso a dos créditos participativos, por 100 millones, y otro ordinario, por 20. Por su parte, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) concedió a Imasa, a través de este mismo fondo, una ayuda de 35 millones de euros, canalizada a través de la concesión de un préstamo participativo por importe de 17,85 millones y otro ordinario de 17,15 millones. Por último, Isastur recibió apoyo económico mediante un préstamo participativo de 20,4 millones de euros y otro ordinario de 19,6 millones.
Otras firmas que no pudieron acceder a estas partidas destinadas a empresas estratégicas recurrieron a la financiación específica que ofreció el Instituto de Crédito Oficial (ICO) por la pandemia. Respaldos públicos que los bancos aprovecharon para desligarse más de las ingenierías, según apuntaron a este periódico fuentes del sector. Sin haberse recuperado del descalabro que supuso la crisis sanitaria para la actividad y, por tanto, para sus cuentas, estas compañías tienen que devolver los préstamos recibidos, lo que complica aún más su situación. Si bien es cierto que cada caso es diferente por las peculiaridades de cada compañía, todas comparten el problema de acceso a la financiación, y ya hay quien pone la mirada en otras vías alternativas a los créditos bancarios, como en mercados de capitales. De ahí que las ingenierías teman por su sostenibilidad incluso en el largo plazo, ya que por un lado, los bancos les cortan el crédito y, por otro, resulta «poco estimulante» acudir a las herramientas públicas como el Fondo de de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas porque «son deudas, digamos, demasiado grandes como para que te merezca la pena».
Por su parte, el consejero de Ciencia, Industria y Empleo, Borja Sánchez, se refirió ayer a la crisis de las ingenierías para recordar que tiene interlocución «de primera mano» con las compañías para abordar el reto, a corto plazo, de cambiar el modelo de negocio, «que se está viendo resentido, sabemos que tienen dificultades». Así, el Principado colabora con los ministerios «competentes» para intentar hallar una solución para unas empresas «que representan un porcentaje importante de nuestro empleo industrial».
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