Starmer afronta su mayor crisis interna y algunos laboristas preparan ya su sucesión
El discurso del primer ministro británico se ha debilitado tras poco más de un año en el poder debido en buena parte a las diferencias entre sus promesas políticas y la realidad de su gestión
Ivannia Salazar-Saborío
Londres
Lunes, 17 de noviembre 2025, 01:50
El 'premier' británico, Keir Starmer, atraviesa uno de los momentos más delicados desde que llegó al poder el año pasado, una victoria electoral que muchos calificaron entonces de histórica ... . Hoy, esas mismas filas se encuentran sumidas en el desconcierto y la división, con un liderazgo cada vez más cuestionado y una caída de popularidad sin precedentes para un jefe de Gobierno en el Reino Unido. Según el último sondeo de Ipsos, sólo un 13% de la población se declara satisfecha con su gestión, frente a un 79% que expresa descontento, lo que arroja un saldo neto de –66 puntos, el más bajo en toda la serie histórica de la consultora. Como subrayó el analista Keiran Pedley, «ningún primer ministro desde que existen nuestros registros ha registrado un nivel de insatisfacción tan alto».
Esa erosión sostenida se explica en parte por la distancia entre las promesas del proyecto laborista y la realidad económica del país. Tras el entusiasmo inicial de su llegada a Downing Street, las dificultades para impulsar reformas tangibles en vivienda, sanidad o transporte, unidas al deterioro del sistema público de salud y a una inflación persistente, han debilitado el discurso de cambio con el que Starmer conquistó a amplios sectores del electorado. En las últimas semanas, la rectificación de su equipo económico, que primero reconoció y luego descartó una subida del impuesto sobre la renta, ha acentuado la percepción de improvisación y ha abierto grietas en el gabinete.
El episodio más reciente, que desató la tormenta política de estos días, fueron una serie de filtraciones procedentes del entorno del primer ministro en las que se insinuaba que Starmer estaba dispuesto «a resistir cualquier intento de sustituirlo», según reveló la BBC. Entre los nombres citados como posibles rivales internos figura el del ministro de Sanidad, Wes Streeting, quien respondió denunciando una «cultura tóxica» en Downing Street y reclamó la destitución de altos cargos. Aunque el propio Streeting insistió en que «no ha habido, ni habrá, ningún complot», sus declaraciones alimentaron la sensación de que la disciplina interna en el Gobierno se ha resquebrajado. Un ministro calificó la operación de comunicación de los aliados del 'premier' como «patética», mientras otro la describió como «una locura», y otros confirmaron que Streeting conserva apoyos importantes dentro del gabinete.
Petición de dimisión
Las consecuencias de ese intercambio público han sido inmediatas. Por primera vez, un diputado laborista, Clive Lewis, ha pedido abiertamente la dimisión de Starmer y ha propuesto el regreso al Parlamento del alcalde de Manchester, Andy Burnham, para que «asuma el liderazgo y se convierta en el próximo primer ministro». Lewis justificó su postura apelando a la necesidad de «poner el país por delante del partido». Burnham, que goza de una creciente popularidad, encarna para muchos la alternativa más sólida: un dirigente con experiencia, proyección mediática y un perfil de centroizquierda capaz de recomponer la unidad interna sin romper con el electorado moderado que llevó al partido a la victoria en 2024.
One of the Government’s own MPs has called for a change of leadership after the Chancellor’s U-turn today over tax rises.
— Channel 4 News (@Channel4News) November 14, 2025
Clive Lewis says confused messaging coming from the treasury is making the situation untenable. pic.twitter.com/t5rniLK8sP
Pero no es el único nombre que circula. La ministra del Interior, Shabana Mahmood, considerada una gestora rigurosa y con buena acogida entre los diputados moderados, ha ganado peso político en los últimos meses. Según 'The Guardian', algunos parlamentarios creen que «podría presentar una candidatura si el vacío de poder se agrava», y sus colaboradores más próximos aseguran que «mantiene un perfil discreto, pero está en condiciones de aglutinar apoyo en varios sectores del partido».
En el ala izquierda, el eventual regreso de Angela Rayner, que renunció como viceprimera ministra tras una investigación fiscal, ha cobrado fuerza en las últimas horas. Según 'The Telegraph', Rayner estaría «preparando el terreno» para desafiar el liderazgo de Starmer, ofreciendo posibles puestos en el gabinete a diputados a cambio de su apoyo. Fuentes cercanas a la ex número dos aseguran que está «maniobrando» y «alineando a sus aliados» con el respaldo de varios sindicatos. Rayner se ha sumado además a Tribune, el grupo parlamentario de la izquierda suave del laborismo, que cuenta ya con unos 70 miembros y aspira a superar el centenar, lo que podría convertirlo en una plataforma de poder interno de cara a una eventual batalla por el liderazgo.
Los aliados de la que fuera mano derecha de Starmer creen que está lista para un regreso político. De hecho, una contienda temprana favorecería a candidatas como ella y perjudicaría a figuras como Burnham, que al no ser diputado no podría optar de inmediato al liderazgo. Aun así, fuentes de su entorno han tildado las informaciones de «disparates», asegurando que Rayner «está centrada en su circunscripción y en las prioridades que defendió en el Gobierno».
Encuesta de Ipsos
34% de los votos
cosecharía hoy Reform UK, el partido del ultra Nigel Farage, si se celebraran elecciones en el Reino Unido. Los laboristas se quedarían con el 22% y los conservadores se hundirían en mínimos históricos, con un 14% de las papeletas.
El telón de fondo es un deterioro pronunciado de la posición del laborismo en las encuestas. Reform UK se sitúa hoy, según Ipsos, en torno al 34% de la intención de voto, seguida de los laboristas con un 22%, los liberaldemócratas con un 12% y los conservadores, hundidos en mínimos históricos del 14%. La pérdida de apoyo entre los votantes jóvenes y urbanos, antiguos bastiones laboristas, preocupa especialmente en la dirección del partido, donde algunos diputados admiten que la falta de resultados tangibles ha dejado a sus bases «sin relato ni entusiasmo». Un parlamentario resumió el malestar de la bancada diciendo que no se trata solo de perder las encuestas, sino de perder el sentido de «para qué estamos gobernando».
A ello se suma un clima de creciente desconfianza dentro del gabinete. Según la prensa local, varios ministros se quejan de un círculo de asesores en Downing Street «excesivamente cerrado» y de una gestión «errática y reactiva», lo que estaría provocando fugas de información y un deterioro en la coordinación interna.
El presupuesto como punto de inflexión
Apenas unos días separan a Downing Street de la presentación del presupuesto anual, el 26 de noviembre, una cita que podría decidir el destino político de Keir Starmer. En Westminster, el consenso es claro: el líder que llegó para devolver la sensatez al Reino Unido vive el momento más incierto de su carrera y del laborismo en una década. La ministra de Economía, Rachel Reeves, considerada hasta hace poco el principal sostén político del primer ministro, afronta ahora su propio desafío: la presentación de unas cuentas que se anuncian duras, con recortes y ajustes que podrían contradecir parte del programa electoral con el que ganaron las generales. En privado, varios diputados admiten que el proyecto preuspuestario puede marcar el punto de no retorno para el liderazgo del 'premier'.
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