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La meteorología lluviosa y cambiante no ha podido con la Semana Santa ovetense aunque la haya condicionado en muchos casos. Una Semana Santa que ... cerró ayer con la misa de Resurrección en la Catedral y la posterior procesión del Resucitado con éxito de gente, tanto fieles como turistas. Llenó las aceras pero al final sucumbió a la lluvia. Antes de la mitad del trayecto, en la plaza de Porlier, tuvo que dar la vuelta para resguardarse de nuevo en el claustro de la Catedral, de donde había partido, y cercenar en gran medida la carrera estipulada en los programas, ya que el trayecto tenía que haber llevado a la imagen del Cristo Resucitado hasta la parroquia de Nuestra Señora de Covadonga en Teatinos.
La procesión del Resucitado no fue más que el ejemplo de lo que ha sido la Semana Santa ovetense en 2025. Han salido todas las cofradías; sin embargo, en muchos casos no han podido completar el camino por las inclemencias meteorológicas. Eso sí, el éxito de público fue completo con especiales momentos en la Madrugá, con la salida del Señor de la Sentencia del Edificio Histórico de la Universidad, el Cautivo en la plaza de Porlier, la salida del Nazareno, el Señor de Oviedo de la plaza de los Dominicos o la llegada a San Isidoro de la Virgen de la Soledad el Sábado Santo por la mañana. Todo abarrotado.
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Carlos González García, presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de Semana Santa, se mostró ayer satisfecho tras acabar la procesión del Resucitado: «Las perspectivas eran más negativas por el aviso de mal tiempo pero han salido todas las cofradías pese a que en algunos casos no han podido completar y han tenido que abreviar». Y sentenció: «Hemos superado con creces las previsiones».
«Gente hubo mucha porque la Semana Santa de Oviedo cada vez atrae a más gente», explicó. Y habló además sobre la posibilidad de que se la declare como Fiesta de Interés Turístico Regional: «Nos será antes de 2027 porque hay unos plazos que cumplir».
Amén de la procesión del Resucitado, la última jornada de la Semana Santa se completó con la misa de Resurrección en la Catedral, presidida por el arzobispo, Jesús Sanz Montes acompañado por el deán de la Catedral, Benito Gallego. Congregó a un número muy importante de fieles que llenaron las tres naves del templo y el transepto; es decir, más de 1.000 personas. El culto, cantado y con la pompa y el boato propio de las grandes celebraciones católicas, finalizó con la bendición papal e indulgencia plenaria –en lenguaje llano que borran todos los pecados–, para los presentes que se hubieran confesado y comulgado durante la misa.
Durante la homilía, Sanz Montes se centró en comentar la lectura del día, que se correspondía con el capítulo 20 del Evangelio de San Juan que narra la mañana de la Resurrección del Hijo de Dios. El arzobispo habló de María Magdalena y de los discípulos incrédulos ante la nueva era que se abría y de los problemas que han encontrado siempre los cristianos en su deambular por el mundo a través de los siglos «y más en estos tiempos». Unos tiempos, los de ahora, «que se nos hacen también retadores de la esperanza al imponernos contradicciones y batallas quienes por sus motivos torticeros y resentidos no nos quieren». Y añadió: «Nos zancadillean y nos censuran en una persecución cultural y política que a veces nos deja sin respiro ni libertad».
Tras la misa, la procesión, llena de autoridades eclesiásticas y militares, pero sin concejales de gobierno, que no pisaron un acto de Semana Santa desde el Domingo de Ramos.
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