La noche en la que llovió ceniza en Asturias
La unión del humo de los incendios de Galicia, Zamora y León, que el viento ha empujado hasta el Principado, provocan amaneceres y atardeceres naranjas
Cuando la noche ya era cerrada en el campo de San Roque, en Tineo, y los romeros apuraban los últimos tragos en la fiestona tinetense, comenzaba a caer sobre los asistentes una fina lluvia. No era agua lo que caía, no eran gotas de la transparente unión de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Era otra cosa. Eran pequeñas motas negras, que dejaban un hedor a brasa inaguantable. Lo que en el prau de San Roque y en el resto de Asturias comenzaba a escupir el cielo eran las cenizas de la devastación. La que el fuego, impasible, ha dejado a su paso por Portugal, Zamora, León y Galicia y que desde esta semana se está cebando con Asturias de occidente a oriente.
La región despidió la tarde de ayer y amaneció el día de hoy de color naranja, con tonos rosáceos en algunos lugares, dependiendo de la hora, humedad del aire y altitud. Los coches aparcados en las calles despertaron con esa fina capa de hollín que el cielo escupió durante toda la noche. Y las ropas tendidas, lejos de blanquear con el rocío de agosto, ennegrecieron. Como también la arena de nuestras playas, cuyas orillas se convirtieron en un tapiz de carbonilla que la marea dejó al retirarse.
La lluvia de ceniza, como la que en las últimas horas está cayendo sobre Asturias, es habitual cuando se producen incendios de gran magnitud, como los que estamos viviendo. Se debe a la dispersión de las partículas de ceniza y hollín por el viento, tras ser levantadas por el fuego o por las corrientes de aire ascendentes generadas por el calor de las llamas. Estas partículas pueden viajar largas distancias -el pasado mes de junio cayeron sobre España cenizas de los incendios que ese mes asolaron Canadá- y, al encontrarse con condiciones de humedad, se precipitan al suelo en forma de lluvia, a veces mezcladas con agua y dando lugar a lo que se conoce como 'lluvia negra'.
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El viento juega un papel crucial en la dispersión de estas partículas, transportándolas a grandes distancias del foco del incendio. En Asturias, se han dado las condiciones perfectas para esa lluvia de cenizas. Como se puede apreciar en las imágenes de satélite, los vientos han empujado el humo de los incendios que desde hace dos semanas están devastando el norte de Portugal, Zamora, León y Orense hasta un punto de confluencia. Crean así una supernube de humo, llena de hollín en suspensión, que como si de un río fuera y con el viento como motor ha entrado por el suroccidente de Asturias. Una vez en la región, la humedad en la atmósfera, favorecida por las nieblas matinales, ha actuado como un agente condensador, atrayendo las partículas de ceniza y llevándolas al suelo.
Efectos de la lluvia de ceniza
La lluvia de cenizas procedentes de incendios forestales puede tener consecuencias en la salud y el medio ambiente. Estas son algunas de ellas:
Contaminación del agua: puede contaminar fuentes de agua superficiales y subterráneas, alterando su composición y calidad.
Irritación de las vías respiratorias: la inhalación de ceniza puede irritar las vías respiratorias y agravar problemas de salud preexistentes, como enfermedades cardíacas y pulmonares.
Impacto en la vegetación: la ceniza puede afectar la capacidad de absorción de agua del suelo, dificultando el crecimiento de las plantas y aumentando el riesgo de erosión.
Problemas eléctricos: la ceniza puede causar cortocircuitos en sistemas eléctricos y electrónicos, especialmente cuando está mojada.
Visibilidad: la lluvia de ceniza puede reducir la visibilidad, dificultando la conducción y otras actividades al aire libre.
¿Qué hacer en caso de 'lluvia negra'?
En caso de una lluvia de cenizas por incendios forestales, es crucial priorizar la seguridad personal y del entorno. Se recomienda permanecer en interiores, cerrar ventanas y puertas, y utilizar sistemas de filtración de aire si están disponibles. También es importante protegerse la piel y las vías respiratorias al salir al exterior. Además, evitar el contacto con la ceniza en el agua y tomar precauciones para evitar que la ceniza entre en los desagües pluviales. Estas son las recomendaciones:
En interiores: cerrar ventanas y puertas; si tiene un purificador de aire, úselo para mejorar la calidad del aire interior; limpiar las superficies con un paño húmedo para evitar levantar polvo.
Al salir al exterior: proteger la piel y vías respiratorias con ropa de manga larga, guantes y una mascarilla o pañuelo húmedo para cubrir nariz y boca: evitar el contacto con la ceniza y que entre en contacto con alimentos y bebidas; evitar que la ceniza entre en contacto con fuentes de agua potable o recreativa; desviar el agua de lluvia lejos de los desagües pluviales para evitar que la ceniza llegue a los cursos de agua.