Leticia Álvarez / olaya suárez
Martes, 4 de septiembre 2018, 21:05
Omar López, el conductor del ALSA siniestrado este lunes en Avilés, circulaba a 55 kilómetros por hora «instantes» antes de la brutal colisión. Así lo confirma la compañía según los datos registrados por el sistema de gestión de velocidades con los que van dotados todos sus vehículos. En ese punto en el que se produjo el accidente la velocidad no puede superar los 70 kilómetros por hora por tratarse de un tramo en obras. Desde la empresa se explica, además, que en los registros de días anteriores «del mismo conductor y en el mismo tramo confirman velocidades similares».
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Respecto al estado de salud del conductor, del que se sospecha, según las principales hipótesis, que pudo sufrir un desvanecimiento, ha trascendido que hace tres años tuvo una baja laboral por «una enfermedad común», según indica su parte médico, si bien compañeros del conductor aseguró que padecía vértigos y mareos.
El conductor del autobús siniestrado en Avilés es uno de los cuatro heridos graves que permanecen ingresados en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). En la tarde de ayer fue intervenido quirúrgicamente para intentar salvarle una pierna que le quedó parcialmente mutilada como consecuencia del descomunal impacto contra el pilar del puente de Llaranes. También permanecen en el centro hospitalario de Oviedo tres mujeres. Otros dos heridos, que estaban ingresados en el HUCA y en el Hospital de Cabueñes, han recibido el alta en la tarde de este martes. Los viajeros atendidos en el Hospital de San Agustín de Avilés también están ya en sus casas y arropados por sus familiares y amigos.
Si las horas posteriores entre los supervivientes fue de inmensa alegría por haber superado el tremendo accidente, hoy empiezan a ser conscientes del quiebro del destino. «Ayer estaba en shock y como eufórica por poder contarlo, pero hoy que empieza a asimilarlo todo no para de llorar», comenta un amigo de una de las viajeras.
Los momentos más amargos son para quienes en lugar de arropar a sus seres queridos, tienen que velar sus cadáveres. En los tanatorios de Cabueñes, Oviedo y Cudillero velan los cuerpos de José Emilio Menéndez, Senén Álvarez, Ana Tuya y Begoña Miranda. El del quinto fallecido, Arcadio Suárez, vecino de Piedras Blancas, se encuentra aún en el Instituto de Medicina Legal a la espera de que sus familiares lleguen desde fuera de España para organizar los actos de despedida.
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Hasta el tanatorio gijonés se desplazó por la mañana Jacobo Cosmen, presidente del grupo ALSA. Una vez trasladado el pésame a los familiares de los fallecidos, señaló que «desde el primer momento nos hemos puesto a disposición de los investigadores para esclarecer la causa del accidente, pero aún es muy temprano», explicó, para añadir: «Nuestro interés ahora es acompañar a los heridos, y por supuesto acompañar en su tristeza a los familiares de los fallecidos». Además, subrayó que el conductor es «un trabajador ejemplar».
Investigación en curso
La Guardia Civil continúa con la investigación y ha enviado desde Madrid a un cualificado equipo de atestados para esclarecer las circunstancias que rodearon el siniestro. Desde Delegación del Gobierno en Asturias señalaron que no se puede descartar que el conductor sufriese una indisposición: «Si hubiera sido un despiste, hubiera tenido capacidad, porque los propios pivotes le hubieran alertado», ha declarado Delia Losa, delegada del Gobierno en Asturias, que ha asistido a la concentración silenciosa celebrada en Avilés en memoria de las víctimas. Por eso, ha apuntado que «lo más probable es que haya sufrido un problema de salud que le haya hecho perder el control».
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La ausencia de frenada en la calzada, la trayectoria que siguió el autobús, con una salida de vía por el carril derecho e invasión del izquierdo para continuar en línea recta antes de arrollar los conos que delimitaban la zona de obras son las «claves» en las que el Sector de Tráfico de la Guardia Civil de Asturias centra las investigaciones. Así, la hipótesis de trabajo que más fuerza cobra es la posibilidad de que el chófer hubiera padecido un desvanecimiento, mareo, bajada de glucosa o infarto, como se planteó en un primer momento.
Aunque el lugar donde se produjo el siniestro, en la AI-81 de acceso a Avilés, tiene una limitación de 70 kilómetros por hora y las primeras averiguaciones apuntan a que el autobús siniestrado circulaba «entre 80 y 90 kilómetros por hora», la tesis del exceso de velocidad no es inicialmente la principal línea de trabajo, según han indicado a Efe las mismas fuentes.
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