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«Es más fácil una mentira sencilla que una verdad compleja». Con esta frase, Alba Morán resume en buena medida del «auge de la pseudociencia» que estamos viviendo, de esas 'mentiras sencillas' que han encontrado en las redes sociales el mejor altavoz y los momentos de crisis como la pandemia el mejor caldo de cultivo. Porque «en esas situaciones la gente necesita cuestiones sencillas a las que agarrarse» y esas mentiras, insiste, lo son.
Alba Morán es bióloga, investigadora, divulgadora científica y colaboradora de EL COMERCIO. Y hoy ha tenido la oportunidad de hablar de todo ello ante los 80 estudiantes de toda Europa que participan esta semana en el encuentro de la alianza universitaria Ingenium, su Escuela de Invierno. Una semana en la que la comunicación y la divulgación han tenido un papel protagonista. «Claro que hay que ser correcto y preciso, pero hacemos investigación con recursos públicos y nuestras investigaciones afectan directa o indirectamente a las personas. Por tanto, tenemos la responsabilidad de comunicarlo».
Lo mejor de la ciencia con alba en el comercio
Pero no solo por 'justificar' la inversión pública, sino también «porque estamos ante un riesgo; la pseudociencia cada día tiene más auge y si los que conocemos la ciencia dejamos ese hueco de oportunidad, ellos lo aprovechan». Por lo tanto, Alba Morán trata de convencer en sus charlas, y hoy lo ha hecho con los estudiantes europeos (todos están realizando estudios de postgrado) que es necesario usar analogías o ejemplos que quizás no sean tan precisos pero que ayuden a la ciudadanía a entender cuestiones complejas.
Por ejemplo: «Ya sé que el ADN no es un libro, pero si lo explicamos así se puede entender mejor». Ayer pudo poner muchos ejemplos en su sesión práctica en Ingenium. Como con la estudiante que investiga sobre 'machinglearning'. Hablar ante determinado público de esta rama de la inteligencia artificial que permite que las máquinas aprendan ciertas tareas quizás es complejo. Pero si explicamos que lo que busca es predecir la mejor forma en que varias piezas de Lego pueden encajar, antes incluso de probar que encajen y que con ello se gana en efectividad y eficiencia, se entiende mejor.
De esta forma se logra que «la gente lo entienda y vea que realmente lo que investigamos es útil». Como se vio durante la pandemia, cuando la sociedad abrió los ojos a la importancia de la investigación, aunque eso haya provocado también multitud de bulos y 'fake news' sobre el origen del virus y sobre los efectos de las vacunas.
«Para que haya comunicación tiene que haber entendimiento y eso pasa por ponerte en la piel de los demás», dice Morán, que además destaca que es buen momento para la divulgación, después de muchos años en los que «no estaban tan bien visto profesionalmente», porque se valoraba mucho más la comunicación dentro del propio contexto académico.
Ahora, y con la cantidad de información a la que tenemos acceso y con miles de personas «buscando explicaciones a través de las redes», «los científicos tenemos la responsabilidad de que la gente entienda verdades complejas» porque, además, «cuanta más información tienes, puedes tomar mejores decisiones».
La charla y los talleres de Alba Morán han sido una de las últimas citas de esta semana de encuentro de Ingenium, en la que los rectores de las diez universidades consorciadas han avanzado en proyectos de investigación y formativos conjuntos y que mañana clausurará el rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, en el campus de El Milán, donde se plantará un árbol en recuerdo de esta semana.
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